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Por Vivi Hinojosa
Madrid. 03/02/2010.- Middelmann tiene toda la razón: las reglas del juego no son las mismas para todos los participantes. Y es que, bajo la tapadera de fondos para labores de promoción (ya saben, quien hace la ley...), las comunidades autónomas atraen a sus deficitarios aeropuertos a compañÃas de bajo coste que a cambio se comprometen a mantener las operaciones mientras dure el dinero. Y después, ya se verá, aunque normalmente acaban cancelando unas frecuencias imposibles de preservar si no es a costa de las arcas públicas, de nuestros bolsillos, en suma. Ayer publicaba este digital que la Generalitat ampliará las aportaciones a Ryanair para que continúe operando en Reus, a razón de 3,5 millones de euros anuales de aquà a 2013, 14 millones en total, a cambio de aumentar las conexiones de 93 a 100 semanales en verano y mantener 39 en invierno.
Sólo asÃ, además de reduciendo sus costes y servicios al mÃnimo, aerolÃneas como la de Michael O’Leary son capaces de ofrecer vuelos a cinco euros como la oferta que tienen ahora mismo vigente en su web. Una oferta que atrae a segmentos de demanda únicamente preocupados por el precio, porque si esperan servicio, mejor que elijan otra compañÃa aunque les cueste un poco más. Lo he sufrido en mis propias carnes. Y entonces no puedo evitar pensar que, si esta low cost está presente en determinados aeropuertos es gracias a mi dinero y al de millones de españolitos de a pie que, si cometen la osadÃa de volar con ellos, se arriesgan a ser maltratados (literalmente) por el simple hecho de haber aprovechado sus ofertas y haber pagado una cantidad ridÃcula (no tan ridÃcula en ocasiones) por sus billetes. ¿Pura demagogia? Puede ser, pero es lo que pienso cada vez que lo sufro y cada vez que me repito a mà misma “nunca maisâ€.
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