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Por Marga AlbertÃ
La implantación del ‘todo incluido’ en España parece haber tocado techo, lo que sólo puede entenderse como una buena noticia. ParecÃa que esta fórmula de alojamiento iba a transformar la fisonomÃa del sector y resulta que ni siquiera un bajón generalizado del poder adquisitivo como el actual tira con claridad de ella. En una de las comunidades autónomas con mayor implantación, Baleares, se esperaba un crecimiento en la cifra de hoteles que gestionan esta modalidad en 2009 que finalmente no se produjo, como tampoco ocurrió en 2008. En AndalucÃa apenas una quincena de establecimientos la ofrece y crece, pero despacio. Lo mismo que en Benidorm. Más que una dirección de futuro parece un movimiento que se detiene, algo que se para. Incluso en el Caribe comienza a asociarse a un turismo barato que hay que superar. Sin embargo, los touroperadores no dejan de insistir en que España prácticamente desaparecerá del mapa turÃstico si no adapta su oferta a lo que los clientes piden de forma masiva, que supuestamente es el ‘todo incluido’. Se percibe un cierto desfase entre estos llamamientos apocalÃpticos y el comportamiento de los hoteleros, que no se caracterizan precisamente por dejar pasar oportunidades de mejorar el negocio, y menos ahora. Es, en todo caso, uno de los grandes argumentos de los touroperadores para cerrar los contratos del año próximo. Si la cifra de hoteles con esta modalidad no se dispara este año de cara a las vacaciones de 2011, la fórmula habrá demostrado definitivamente sus limitaciones. Tal vez se recluya en nichos donde pueda adaptarse con más naturalidad, como los grandes ‘resorts’ o el segmento de cruceros. Habrá que buscar otras soluciones a futuras crisis de la demanda, pero al menos sabremos que no sólo el precio importa.
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