Una pica en Islandia

 

Por Jonatan Serrano

Málaga. 29/10/09.- Viendo como el turismo sigue con paso algo renqueante, en Canarias han decidido ponerse imaginativos no sólo en el objetivo de su promoción turística sino en el como llevarla a término. Hacia la fría, lejana y casi mitológica Islandia se fueron cien jóvenes canarios bien cargaditos de ilusión y, sobre todo, de ropa de abrigo, pero que mucha ropa y de mucho abrigo. De hecho, es probable que para algunos de ellos fuese la primera vez que se embutían en algunas de las prendas anticongelantes recetadas para el Polo Norte y periferia. Y así, puerta por puerta en Reikiavik y con chillonas prendas naranjas para dar la nota, pues de eso se trata al fin y al cabo, de dar la nota, iban relatando imaginamos que un poco en inglés y otro poco en el internacional idioma de gestos y chillidos (eso sí, este último con el inconfundible y meloso acento canario) las bondades del archipiélago afortunado y la correspondiente invitación. Y es que en tiempos de crisis hay que sacar el mayor número de conejos de la chistera que sea posible, y encima si se planta una pica en Islandia pues mejor que mejor.

Pero es que además, la cosa no se queda aquí. La segunda parte de esta curiosa a la par que efectiva campaña promocional es que otros cien jóvenes, esta vez descendientes de la sangre del vikingo Breno, viajarán a Canarias para conocer de primera mano las excelencias de la tierra del mojopicón y poder trasmitirlas después a sus compatriotas en su propia lengua. Así que de un plumazo las Canarias ya tienen un centenar de agentes de viajes, a los que no faltarán ni entusiasmo ni un saludable grado de pleitesía. El único problema es ahora saber cuántos de esos fornidos y rubísimos islandeses van a pasar olímpicamente de regresar a sus casas para quedarse a vivir para siempre en Canarias, que entre nosotros mola cien mil veces más que el susodicho peñasco helado, y eso tirando por lo bajo. ¿A qué eso no lo habían pensado las autoridades turísticas del archipiélago?