Por Julia Verdú
18/6/10.- Muy mal deben estar las cosas, pero aún de lo que parecen, cuando Fomento está dispuesto a aumentar la porción de la tarta de AENA que ofrece al sector privado. El Estado necesita liquidez, los recortes anunciados hasta ahora han sido los directos, ahora comienzan los colaterales. Eso sí, sin variar un ápice la cuestión fundamental de quién mantendrá el control de la gestión. De ahí que a las empresas especializadas, pensando en su propio interés, el asunto no les dé ni frío ni calor y así lo hayan manifestado. Cierto que hace una década este debate hubiera sido impensable y que habrá que extraer lo que tiene de positivo, pero pecando de desconfiados cuesta creer que una verdadera voluntad descentralizadora se sitúe por encima del afán recaudatorio. El asunto, en todo caso, puede enconar los ánimos y herir susceptibilidades autonomistas. Pero ahí queda la propuesta. Si a la crisis le queda todavía algún rescoldo de energía para ir a más, lo mismo dentro de un tiempo llegamos a la mitad.
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