Pau Morata
Ya no ha lugar a dudas, y se ha disipado la expectación que se había generado antes del inicio de la celebración de FITUR, a medida que se iban conociendo las ausencias –notables ausencias- de algunas de las principales empresas turísticas españolas en el que probablemente ha sido, durante años, el mayor escaparate para ellas. FITUR sigue siendo un lugar de encuentro con lo que en terminología de marketing se llaman consumidores industriales: o sea las empresas, aunque algunos lo hagan sin stand.
Para la institución ferial de Madrid, IFEMA, a pesar de las ausencias aludidas, FITUR puede ser considerada un éxito, con un balance que para sí hubieran deseado en el caso del SIMO, cancelado. O, saltando de Madrid a Barcelona, del muy deteriorado Salón del Automóvil, que probablemente llegue a celebrarse… pero con ausencias que no tendrán paliativo alguno. Porque en FITUR las ausencias empresariales –que se han notado- las han mitigado los expositores institucionales y de los destinos autonómicos y extranjeros.
Menos expositores, espacios más abiertos en los pabellones de empresas… pero avalancha de los visitantes “profesionales” de costumbre en los pabellones de las autonomías que, tras tomarse el aperitivo y cumplimentar el generoso tapeo, se lanzan al otro lado del pasillo que separa los dos “Fitures” en busca de todo tipo de gadgets, como sucede en los días abiertos al público en general.
FITUR 2009 quedará en la historia reciente del evento ferial como un salón atípico, con ausencias, con dudas de algunos expositores corporativos sobre si es rentable acudir o no… pero mientras la austeridad sea un vocablo ausente en determinados gobiernos locales, provinciales y autonómicos, sin duda tiene larga vida por delante. Y sigue la fiesta.
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