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Por Javier Mato
7/10/09.- La vertiente financiera de la crisis que se ha vivido en el mundo en los dos últimos años ha supuesto un gasto público desmesurado. Hoy, pasado lo peor del temporal, los gobiernos tienen que recuperar su equilibrio por lo que o reducen sus gastos o incrementan sus ingresos. Lo primero, necesario y urgente, es muy difÃcil en general e imposible cuando el gobierno vive en un delirio demagógico como en España; lo segundo, en cambio, es más sencillo, práctico. España, pues, subirá impuestos.
Más impuestos significa más problemas para los residentes en este paÃs: habremos de pagar más por los productos y tendremos menos disponibilidad de dinero. Esto afectará al crecimiento pero de forma moderada puesto que, al fin y al cabo, o compramos un producto con el IVA más caro o compramos otro, también con el IVA más caro. Es una pérdida de competitividad, pero no es una catástrofe y se podrá soportar.
En el turismo, en cambio, las cosas son diferentes por dos motivos: en primer lugar porque el viajero sà puede elegir entre España y otros destinos y, en segundo lugar, porque nuestros precios ya están en las nubes por nuestra vinculación al euro.
El alemán o británico, a diferencia de quienes vivimos aquÃ, puede elegir si hace sus gastos aquÃ, con el IVA que tiene este paÃs o, en cambio, opta por destinos alternativos donde el IVA es inferior, donde los precios no son tan altos y donde, en definitiva, puede ahorrar. España fue competitiva desde siempre porque, aunque subiera internamente sus impuestos, al devaluar la peseta seguÃa siendo barata para el viajero. Pero ahora, no; ahora España tiene que ser verdaderamente competitiva si quiere vender sus productos en el mundo.
Y esto nos conduce a nuestro gran problema, el que de verdad está detrás de nuestro retroceso turÃstico: ¿qué piensa el viajero europeo de España? Que somos carÃsimos, que por lo que damos, no vale la pena venir. Esto se deriva de nuestra incapacidad para devaluar, de nuestra vinculación al euro, de nuestra dependencia de las economÃas potentes de Europa, Alemania y Francia.
¿Qué debe hacer España para estar en el euro y ser competitiva? Reducir los costes interiores, los impuestos, agilizar el mercado, introducir transparencia y permitir que los precios bajen. Esto no va con la manera tradicional de gestionar la economÃa, basada en la búsqueda desesperada del monopolio, de eliminar la competencia, de ganar a lo grande. Pero tampoco nos va porque siempre hemos tenido unos gobiernos no disciplinados, incapaces de ceñirse a un plan -el presupuesto-. Tiene gracia oÃr a Carlos Solchaga criticar a Zapatero cuando en su época jamás se logró bajar de un déficit del 3 por ciento del PIB. Con esas polÃticas, muy arraigadas en la sociedad, incluso pedidas por los ciudadanos, es imposible que el Estado no termine o bien endeudado o bien aplicando unos impuestos desmesurados que, en definitiva, afectan seriamente a la economÃa, a los precios, a la competitividad.
AsÃ, pues, la decisión del Gobierno de subir impuestos, comprensible en el momento actual, sumada al encarecimiento general de nuestros precios por la vinculación al euro, pueden provocar serios problemas en el turismo, en favor de Portugal, Grecia, Italia, RumanÃa y Bulgaria y, muy especialmente, de TurquÃa, Túnez, Egipto y Marruecos.
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