Por Clara Aguirre
5/7/10.- La posibilidad de implantar una tasa al turista en Barcelona no es nueva. Se plantea y se rechaza con carácter más o menos cíclico. Cada vez que el tema resurge como una serpiente de verano, suscita una avalancha de reacciones variopintas que, al menos hasta ahora, siempre habían tenido un opositor claro: Turismo de Barcelona, que paradójicamente hoy propugna su puesta en marcha. ¿Qué ha cambiado para que la postura de este organismo, y en particular de Joan Gaspart, haya dado un giro de 180 grados? Posiblemente que la institución público-privada se haya quedado sin dinero para promoción después de las grandes cantidades de dinero invertidas en la aerolínea Spanair y busque vías de financiación por donde sea. Es lo que se comenta en el Sector turístico -donde el asunto ya se ha bautizado como la ‘spanairtasa’-, que desde el primer momento se mostró muy crítico hacia las ayudas públicas que ha recibido el proyecto de la aerolínea catalana, que nunca ha ocultado el regionalismo político que la alienta. En Baleares aún se recuerda el coste político que la ecotasa supuso al Pacto de Progreso en la legislatura 1999-2003, y entonces ni siquiera había crisis. Proponer en un momento como el actual gravar aún más a un turista que ha perdido dramáticamente poder adquisitivo, aunque sea sólo con un euro por estancia, es una veleidad que ningún político debería permitirse. El turismo no debe pagar los platos rotos de una iniciativa privada donde las instituciones públicas catalanas nunca tendrían que haber entrado.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo