Por Pau Morata
Desde hace años, el grupo francés Accor constituye un ejemplo de buen hacer, empresarialmente hablando. Lo es, tanto desde un punto estratégico como táctico, por su capacidad de innovación a nivel de producto, por su habilidad en la fijación de precios, por su sentido de optimización de la distribución y, cómo no, también por el uso limitado pero eficiente que hace de la promoción. En definitiva, sus rectores confeccionan un marketing mix que es analizado como paradigma en las escuelas de negocios y universidades. Accor ha sido pionera en muchas cosas, y especialmente en la gestión de marcas bajo su marca paraguas. Se adelantó al resto de grandes grupos hoteleros mundiales en diseñar y ejecutar una estrategia de marcas y tipo de hoteles con los que estar presente en todos los segmentos de mercado, porque cualquier consumidor puede encontrar, dentro del abanico de la cadena, el hotel que se adapte a sus gustos y posibilidades económicas. Ahora, Accor se deshace de una parte, en concreto de una de las cadenas norteamericanas, para centrarse en el desarrollo de otra. Conociendo como actúan desde hace años, a buen seguro que es una venta muy, pero que muy estratégica.
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