El último y sonado robo de siete cuadros de gran valor en Holanda ha puesto el foco de nuevo sobre la seguridad de los museos del país y ha llamado la atención del mundo entero. ¿Es Holanda el paraíso de los ladrones de arte? A juzgar por las 482 obras pictóricas sustraídas desde 1.988 en diversas pinacotecas holandesas, podría ser un buen destino para un delincuente dedicado a ello.
El Kunsthal, centro de arte de Róterdam, ha sido el último en padecer un golpe. De la colección particular de la familia de Willem Cordia, apodado el Onassis de Róterdam, han desaparecido siete cuadros cuyo valor se estima entre los 50 y los 100 millones de euros.
Las obras robadas ponen los dientes largos a cualquier colleccionsitas: Cabeza de arlequín, de Pablo Picasso; El puente de Waterloo y El puente de Charing Cross, de Monet; La lectora en blanco y amarillo, de Matisse, Autorretrato, de Meyer de Haan, Mujer ante una ventana abierta, de Paul Gauguin; y Mujer con los ojos cerrados, de Lucian Freud.
Los investigadores están intentando localizar a los autores del robo en el Kunsthal, cuya seguridad está controlada a distancia, por ordenador, desde un edificio ajeno al museo. Muchos subrayan el hecho de que varias piezas estaban ubicadas cerca de las ventanas y que al centro le faltaban medidas de seguridad para obstaculizar la huída de los sustractores.
El Kunsthal se une a la lista de salas afectadas por golpes similares, en la que también se encuentran el emblemático museo Van Gogh, víctima de un robo en 1.991, el Stedelijkmuseum (Amsterdam), el Frans Hals (Haarlem) y el Museon (La Haya). Aunque la operación delincuente más fructífera fue la que se llevó más de 400 obras de Karel Appel en el año 2002, durante un traslado.
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