William Barron acaba de vivir unos meses muy inestables, como casi todos quienes trabajaban para el turismo y el transporte. Pero su evolución es muy simbólica, dejando ver qué está yendo mal y qué, desgraciadamente, prospera.
Barron es un norirlandés que había sido piloto de aviones comerciales durante catorce años. Como incontables de sus colegas, fue sometido a un Erte. En Gran Bretaña esta figura no existía, pero se aprobó algo similar, excepcionalmente, con motivo del coronavirus. Muy poco después, Barron fue despedido. De manera que ahí tenemos, como muchos, un piloto en el paro.
Barron es emprendedor, de manera que no tardó en ponerse a buscar empleo. Y finalmente, decidió montarse su propia empresa. En la ciudad inglesa de Ilkeston, el periódico local cuenta su historia, porque ahora el pueblo tiene una nueva funeraria, la de Barron.
Barron estaba harto de la aviación. Había trabajado con Monarch que, como todo el mundo sabe, cerró. Después se fue a trabajar a Virgin. La aerolínea del multimillonario Richard Branson tenía una rama de vuelos locales en Gran Bretaña que también cerró –aunque se mantiene, ahora con muchos problemas, la intercontinental—y ahora, con motivo del virus, vuelve a quedarse sin empleo.
O sea que se ha buscado la vida. Aunque quizás esta no sea la expresión más afortunada para quien dirige una funeraria propia. “Yo tenía que encontrar un trabajo e ingresos. Siempre estuve interesado en el negocio de los entierros y funerales así que me decidí a esto. Invertí todo lo que tenía, también el despido, para poner en marcha el negocio. Hasta ahora, he hecho tres funerales en cinco semanas. Me siento orgulloso de estar prestando un servicio”, dijo Barron en el periódico local.
Buen negocio, siempre habrá clientes.
De acuerdo contigo pero con un matiz, cada vez habrá mas clientes... Jajaja