La copa de Baileys más cara del mundo

Andreas Wuchner, de 35 años, había comprado cuatro cafés (dos expresos y dos macchiatos de Starbucks) y los llevaba en una de esas bandejas en las que se ponen las tazas de plástico de los bares de aeropuerto. Iba corriendo hacia el embarque de su avión. Era noviembre de 2017, estaba en el aeropuerto londinense de Heathrow y volaba a Zurich, con British Airways. Iba con compañeros de trabajo, destinatarios de los cafés. Habían perdido su vuelo anterior y ahora corría porque no quería perder este, de cuyo cierre de puertas habían informado por el altavoz de la puerta de embarque.

Con los cuatro cafés y el equipaje de mano, se acercaba a la puerta de embarque con cierto estrés cuando pisó un charco de Baileys y él y los cafés se desparramaron por el suelo.

Hasta ahí los hechos. Faltan las secuelas: Wuchner, como consecuencia del golpe contra el suelo, tiene dolores de cabeza.

Así que presentó una demanda por daños contra British Airways. La Corte de Londres estudió el caso y decidió indemnizarlo. Wuchner pidió cinco millones de libras esterlinas, unos 5,8 millones de euros, pero la Corte rechazó su pedido y sólo le dio el ochenta por ciento: 4 millones de libras. O sea, unos 4,6 millones de euros.

¿Por qué le quitá un millón de libras? Porque él, dice el tribunal, ayudó a caerse al desplazarse con cuatro cafés en la mano. Y todo lo ha de pagar British Airways.

O sea: un Baileys 4 millones de libras y cuatro cafés un millón de libras. De haberlo sabido, Wuchner seguro que no hubiera comprado los malditos cafés.

Todo sea para que le bajen los dolores de cabeza.