En marzo de 1998 la relación entre el presidente de Air Europa, Juan José Hidalgo, y el vicepresidente de la compañía, Herminio Gil, estaba al borde de la ruptura.
La cúpula de Air Europa se tambaleaba y ninguno de los dos empresarios ocultaba su malestar. “Algo habrá que hacer en breve plazo, porque la situación es insostenible. No aguanto más desaires”, comentaba Hidalgo.
Gil siempre había sido un experto en turismo “un monstruo, no hay otro igual”, decía el presidente de Globalia en la feria de Fitur 1992. Y aunque en ese momento seguía pensando lo mismo, Hidalgo aseguraba estar cansado de las reacciones de su brazo derecho, puesto que en ocasiones “llega al insulto”, comentaba.
La relación empezaba a ser tan tensa que ambos empresarios hacían lo imposible para evitarse. Si invitaban a Hidalgo a cualquier acto, éste se encargaba de averiguar si Gil acudía para no coincidir con él, y viceversa. De hecho, en la feria de Fitur del 1998, Gil no apareció por el ‘stand’ de Air Europa.
Tarde o temprano tenían que chocar. Los dos empresarios eran de carácter fuerte. Además, Gil estuvo a punto de vender su participación accionarial en el grupo de Antonio Asensio, aunque al conocer el porcentaje que se llevaba Hacienda por la venta, dio marcha atrás.
Herminio Gil era para echarle de comer aparte pero Pepe era mucho Pepe y un crak jugando al julepe.