Los ciudadanos británicos, acostumbrados a acudir en masa al extranjero durante la temporada de verano, se están viendo obligados a optar por el turismo doméstico ante las crecientes restricciones impuestas por el Gobierno de Boris Johnson (Durísimo golpe para el emisor británico: la cuarentena llega a Francia y Holanda).
Esta situación ha sobrepasado a los destinos costeros del país, incapaces de hacer frente a la afluencia masiva de veraneantes. Lo que se suponía que debería haber sido una oportunidad para redescubrir el turismo doméstico se ha convertido, en muchos casos, en una auténtica pesadilla.
Según informa la CNN, en las últimas semanas se han repetido imágenes de playas repletas de desechos, turistas "salvajes" que destruyen los entornos naturales, un servicio de guardacostas completamente desbordado y alojamientos con precios inaccesibles.
Un claro ejemplo del colapso de las zonas costeras de Reino Unido es Bournemouth. Las autoridades locales, totalmente sobrepasadas, han impuesto una cifra récord de 558 multas de estacionamiento. Asimismo, se han recogido 33 toneladas de basura a lo largo de la costa de Dorset, incluidos excrementos humanos y pañales sucios. Más al este, en la popular ciudad costera de Brighton, la imagen ha sido idéntica, con niveles alarmantes de desechos por las zonas turísticas y una población local cada vez más preocupada.
Y a todo ello hay que sumar el riesgo de propagación del Covid-19 por la masificación de algunos destinos del país. A diferencia del litoral español, donde las autoridades se esfuerzan en garantizar la seguridad de los bañistas, en Reino Unido se han repetido imágenes de playas atestadas de turistas sin distanciamiento social alguno.
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