Air Malta, la aerolínea estatal de la isla del mismo nombre, ha recibido ya 200 curriculum vitae para el puesto de director general, vacante desde el mes de agosto pasado, cuando tras la enésima huelga de sus pilotos el anterior responsable abandonó el cargo.
El empleador es el gobierno, de manera que quien se encarga de todo es Silvio Schembri, el ministro de Economía del país, quien este jueves dijo que está satisfecho de la respuesta que ha tenido el llamamiento que se ha hecho para reclutar candidatos. “Ahora estamos trabajando en la selección y en unos días tendremos una decisión”.
Si usted tenía pensado mandar su candidatura, espere porque las cosas son más complicadas: por un lado tiene una aerolínea que lleva años perdiendo dinero, que estuvo en venta y nadie la quiso comprar, y que ahora para colmo de desgracias tiene la competencia directa de Ryanair, que se ha asentado en el país. Peor aún, hay que lidiar con un sindicato de pilotos tremendamente reivindicativo, plenamente consciente de la naturaleza del comportamiento de la otra parte, los políticos.
Porque esa es la segunda parte del problema, los políticos. También en Malta los políticos meten baza en la gestión de las empresas, haciendo que las cosas terminen por ser imposibles. Que se lo pregunten a Clifford Chetcuti, el anterior director general que había estado trabajando en la aerolínea casi toda su vida, desde 1987 pero que, sin embargo, apenas aguantó dos años como director general.
El ministro explicó a la prensa que ya está diseñado un plan de ayudas para Air Malta, pero que está pendiente de presentarlo en la Unión Europea. Seguro que las ayudas serán inferiores a las de Alitalia, incluso contando con la dimensión de la aerolínea, mucho más pequeña.
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