Durante el invierno de 1992 la guerra de precios y las ofertas entre todos los touroperadores en los vuelos de largo recorrido colocaron a muchas chárters españolas al borde de la bancarrota. Por eso, los principales touroperadores españoles -Club de Vacaciones, Travelplan, Iberojet y Soltour- acordaron buscar una solución.
Tras numerosas conversaciones, los principales responsables de las mayoristas llegaron a un acuerdo que permitía “equilibrar la oferta en lo máximo posible”, un hecho que haría más rentables los viajes, ya que hasta la fecha “estaban sobredimensionados y lo único que hacían era producir perdidas económicas”.
Con esta iniciativa, en la que las cuatro mayoristas españolas se repartían los aviones al 25 por ciento y los destinos para operar, se esperaba solventar de la mejor forma posible la competencia de Iberia y de las mayoristas afines.
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