Baleares ha sido siempre una región referente en materia de turismo. Por supuesto, hemos de recordar que es la base de las grandes cadenas turísticas españolas, prácticamente sin excepciones y, en menor medida, de algunas cadenas urbanas. Es el territorio en el que la lista de cadenas hoteleras medianas es impresionante. Y es de donde se controla el turismo vacacional del Caribe. Por lo tanto, un lugar con el que hay que contar en materia de turismo. De allí era el secretario de Estado de Turismo con los socialistas, Juan Mesquida, y de allí fue la secretaria saliente, Isabel Borrego. Sin embargo, la nueva titular del área será canaria, con lo que la región referente en turismo se queda sin voz en Madrid.
Francamente, no es una exclusión merecida, si tenemos en cuenta la importancia que tiene Baleares en materia turística. Pero, si analizamos las aportaciones de Mesquida y más especialmente de Borrego, Baleares se ha ganado a pulso su exclusión de por vida de la secretaría de Estado. Incluso con los estándares de baja productividad que impuso Mesquida, Borrego ha sido insuperable. Lo único que se le puede reconocer como mérito es que no presentó su dimisión en estos largos, insoportables años. A nivel político, por supuesto, presenta también la particularidad de ser pareja de Vicente Martínez Pujalte, el influyente ex-diputado conservador por Murcia. Pero, a partir de ahí, ha sido incapaz de salirse ni un milímetro de los discursos que le han escrito sus asistentes. Vamos, que a estos, a los integrantes de su equipo, habría que haberles ingresado la nómina de una de las personas más mediocres que se hayan visto en el turismo español, por más que provenga de Baleares. La Secretaría de Estado y Turespaña ha acabado el mandato en un estado de parálisis prácticamente absoluta.
En estos cuatro años el balance de la gestión de Borrego es prácticamente cero: ni ha diseñado nada valioso en materia de estrategia turística, salvo aquellos documentos procesados burocráticamente por el departamento; ni ha planteado una unificación de políticas en materia de vivienda vacacional que, suponemos, le debe de sonar; ni ha tomado iniciativa alguna en promoción turística. Lo único que se le puede reconocer es que recortó gasto en alquileres en los momentos en que Hacienda la presionó para ello. A Borrego también se la conoce porque, probablemente por encargo, ha actuado contra los funcionarios que podrían ser considerados que no tenían fidelidad perruna a la dirección, de forma que relegó recursos valiosos de la secretaría de Estado.
Pese a la ausencia prácticamente total de gestión, Borrego y su ministro, José Manuel Soria, tienen en su haber que prácticamente durante todo su mandato el turismo ha ido de récord en récord, superando todos los niveles conocidos en cuanto a demanda. Lógicamente, los entendidos saben que este tema no está directamente relacionado con la oferta que da España, y menos con la gestión ministerial, sino sobre todo se basa en la incertidumbre, cuando no directamente en el peligro que encierra el terrorismo en varios países del Mediterráneo del Este.
La sustituto de Borrego no es una persona del turismo, pero sí una mujer experimentada en economía, inspectora de Hacienda y auditora de cuentas de profesión. Matilde Asian es diputada por el Partido Popular y había sido viceconsejera de Economía en el Gobierno de Canarias. Entre sus retos más importantes está el de reinventar la Secretaría de Estado y posicionar sus funciones de coordinación en un nivel que resulten respetables y valorables. Sus primeras palabras apenas conocerse su nombramiento son, como es lógico, una serie de tópicos más o menos afortunados. En unos meses empezaremos a ver si la languideciente Secretaría de Estado recupera el liderazgo en un país en el que las autonomías son las verdaderas gestoras del turismo, dado el reparto de competencias existente.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo