Desde mediados de esta semana, está siendo anunciada en Perú una nueva oleada de incidentes callejeros, especialmente en el sur más turístico, lo que ha puesto en alerta a los consulados de casi todos los países emisores de viajeros (Destruyendo Perú).
Londres, por ejemplo, ha advertido a sus ciudadanos que los incidentes “pueden fácilmente extenderse a otros lugares del país. Estas protestas son impredecibles y pueden escalar rápidamente, incluyendo violencia”. De hecho, ayer mismo había cuatro policías peruanos gravemente heridos como resultado de algunos enfrentamientos.
Después de un breve restablecimiento, desde el 4 de enero volvieron a suspenderse los trenes a Aguas Calientes, en Machu Picchu, única forma de transporte para el turismo que acude a la zona (Perú: reabre Machu Picchu y se reanudan las operaciones aéreas).
Mientras tanto, está en vigor el estado de emergencia declarado el pasado 15 de diciembre, como consecuencia de los primeros disturbios que tuvieron lugar en reacción a la toma de posesión de Dina Boluarte, la nueva presidenta.
La mayor parte de los turoperadores europeos desaconsejan los viajes en estos momentos, lo cual no hace más que agravar la profunda crisis económica que viven las zonas que dependen directamente del turismo, Lima y sobre todo la región de Cuzco.
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