Los países del Golfo Pérsico se hicieron ricos con el petróleo y el gas natural. Pero ven asomarse en el horizonte el fin de este negocio. Aún queda tiempo, pero es el momento de fortalecer la alternativa. Catar, el pequeño emirato, es un ejemplo: tras haber conseguido una riqueza generalizada, ahora busca posicionarse en el mundo del turismo, lo cual es un desafío importante, similar al que tienen los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Omán o incluso Arabia. (Dubái quita impuestos al alcohol para captar turismo)
El mundo islámico es muy rico en historia, pero precisamente la Península Arábiga no ha sido muy agraciada. Persia o Jordania son mucho más interesantes. Y las temperaturas son tan extremas que se convierten en un obstáculo más que en un atractivo. (Arabia, a por el turismo)
A partir de ahí, tras el Mundial de Fútbol que posicionó al país en el mercado, Catar apuesta por la historia y la cultura como sus bazas. Justamente aquello de lo que carece pero que busca desesperadamente. El país abre museos y más museos para exhibir lo que consigue en el mundo a fuerza de talonario y, la verdad, no va por mal camino. En materia de cultura está haciendo una especie de “El Pueblo Español” pero mundial, con reconstrucciones de la máxima calidad de lugares que están alejados. Un poco Disney, pero bien concebido.
Y una oferta hotelera de máximo lujo, casi sin segmento medio ni bajo. Todo exclusivo. Incluso la restauración.
Esas son las apuestas: hoteles, restaurantes, historia y cultura para crear un flujo que hoy no existe. Tener un aeropuerto de hub no significa que el viajero visite el país. Lo mismo, prácticamente, que ocurre con Dubái. Hay que buscar cómo atraer más y más viajeros.
La pregunta que pone todo en duda es si Arabia encontrará también un lugar en este mismo nicho o si no habrá para todos. Este es el desafío para el resto de la década.
Viví 4 años y lo primero que deben ser es humildes. Y no lo son