Contradicciones y cambios de criterios sobre los bonos

Las agencias de viajes estamos constantemente sometidas a reglamentaciones incoherentes que me hacen dudar si responden únicamente al desconocimiento de los legisladores de nuestra actividad profesional o si realmente tienen una mala intencionalidad de atacar a nuestro sector por el mero hecho de hacerlo. En cualquiera de los dos casos es muy grave pensar que las reglamentaciones no respondan a criterios de regulación lógicas y justas por su naturaleza y por su finalidad jurídica.

Parece increíble pensar que los criterios que se impusieron al principio de la crisis, cuando CEAV estableció una serie de reuniones con los principales responsables de los Ministerios de Turismo y de Consumo, donde tuvimos ocasión de explicar la injusta situación en la que nos encontrábamos las agencias de viajes, frente al incumplimiento de algunos proveedores que estaban eludiendo su obligación de hacer los reembolsos a los clientes pero sin embargo la directiva de viajes combinados nos exigía a las agencias afrontar estas cuantías y devolver la integridad de los importes cobrados a pesar de no tener esos importes en nuestro poder.

En ese momento, las autoridades de ambos ministerios fueron conscientes enseguida de la gravedad del asunto y accedieron a modificar con carácter de urgencia esta normativa mediante el artículo 36.4 del Real Decreto 11/2020, que se aprobó el pasado 31 de marzo y que únicamente permitía a las agencias que en el caso del incumplimiento de nuestros proveedores podían emitir un bono compensatorio a los clientes por dichas cantidades (Alivio para las agencias: Consumo autoriza los bonos).

Entendimos entonces que esto era una solución provisional que favorecía a los proveedores pero que no suponía ninguna concesión especial a las agencias, ya que nosotros como meros intermediarios que somos, únicamente nos regulaba ante una situación injusta para nosotros que nos penalizaba en exceso por algo que sencillamente no estaba en nuestras manos cumplir.

A lo largo de estos tres meses las agencias hemos podido resolver de esta forma la situación y en los casos en los que algunos proveedores no han respondido, hemos podido hacer uso de esta reglamentación para no quedar en una situación de ilegalidad.

Lo más sorprendente ahora es que todos esos criterios que en marzo se comprendieron con naturalidad por la lógica aplastante que tenían los argumentos y por la incómoda situación que creaban, parecen ahora no valer para los mismos responsables de consumo como lo hacían hace sólo tres meses únicamente por un apercibimiento de la comisión europea y tienen pensado modificar el mencionado artículo 36.4, dejando a las agencias nuevamente injustamente desprotegidas (Bonos de viaje: España recula ante la amenaza de la UE).

Este supuesto, supone una injusticia manifiesta para todas las agencias de viajes tanto mayoristas como minoristas que siguen exactamente en la misma situación que antes, siendo víctimas de los mismos incumplimientos y con exactamente los mismos argumentos que antes, pero ahora las autoridades deciden mirar para otro lado y abandonar a su suerte a un sector fundamental en el turismo y en la economía de este país.

Es curioso ver como el consumidor que optó por la compra directa a los proveedores que no les están devolviendo no tenga ningún derecho a nada pero sin embargo, cuando reservó a través de una agencia de viajes servicios a los proveedores que en la mayoría de los casos el mismo cliente eligió, se le exija tanta carga de responsabilidad al intermediario que apenas es retribuido por su trabajo y se le exija responder de cantidades de las que desgraciadamente no disponen en la mayoría de los casos.

Hay que tener en cuenta que más del 90% de las agencias de viajes españolas está formado por pymes, micro pymes y autónomos de menos de seis empleados, empresas en una complicadísima situación de tesorería como consecuencia de la falta de facturación durante varios meses y por las difíciles perspectivas de reinicio de la actividad de nuestros negocios que necesitan unos elevados volúmenes de facturación que desgraciadamente tardarán mucho en producirse para permitirnos sostener modelos de negocios basados en pequeños márgenes de producción.

Es incomprensible que se maltrate ahora así a un sector que se ha comportado de forma ejemplar durante esta crisis, respondiendo ante sus clientes, ayudando desinteresadamente con los cambios y cancelaciones, colaborando en las repatriaciones y consolidándose como un sector que ofrece seguridad, garantías y aporta un gran valor a los clientes.

Desgraciadamente las agencias no podemos responder de unas cantidades de las que no disponemos y lo más triste es que esta injusta situación puede derivar en el cierre definitivo de empresas por consecuencias ajenas a su gestión sin que a nadie parezca importarle.