La Organización Marítima Internacional, el organismo que regula la navegación en el mundo, acordó proteger al mar Mediterráneo de los barcos más contaminantes. Ha declarado la zona como “Área de Control de Emisiones”, lo que en la práctica obligará a los barcos, tanto cruceros como cargueros, a reducir hasta un 79 por ciento las emisiones de partículas, especialmente el óxido de azufre.
En las zonas no controladas, puede haber hasta un 0,5 por ciento de las emisiones de este óxido (SOx), mientras que en el Mediterráneo el límite será 0,1.
Las compañías de cruceros o ya cumplen estos límites o están cerca de conseguirlo porque la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) manifestó su absoluto acuerdo con esta limitación, indicando que “acoge con satisfacción este importante paso en el camino hacia un sector marítimo más sostenible”.
Las navieras están siendo actualmente muy cuestionadas en algunos puertos del Mediterráneo, en especial Marsella y la isla de Córcega, Francia, donde están siendo acusadas de ser grandes emisores de contaminantes. El alcalde de Marsella, en particular, se ha posicionado contra los cruceros que visitan la ciudad de forma masiva. En Ajaccio, por su parte, ha habido varias acciones ecologistas en su contra (Clamor en Marsella contra los cruceros).
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