La Asociación Internacional de Turoperadores de las Galápagos ha hecho un llamamiento al Gobierno de Ecuador para que mejore la gestión turística del archipiélago, ante el exceso clamoroso de visitantes, que está teniendo impacto en la prensa internacional. Ocurre que en Quito hoy no hay gobierno dado que hay elecciones en medio de un clima caótico.
Los mayoristas, que precisamente se dedican a captar viajeros para las islas, han enviado una carta a Efraín Baus Palacios, el delegado de Ecuador ante la Unesco, pidiéndole que inste al gobierno nacional a que aplique limitaciones en las visitas, para evitar los efectos negativos sobre la naturaleza.
“El turismo de embarcaciones en Galápagos ha sido un éxito y modelos para otros en entornos ambientales frágiles”, dice la carta firmada por Jim Lutz, presidente de los mayoristas. En cambio, el turismo que va por tierra tiene menos regulaciones y crece sin control lo que obliga a actuar.
Sorprendentemente para ser una patronal, esta organización pide el crecimiento cero en el número de visitantes, aumentando a cien dólares el precio de la entrada a las zonas parque, destinando ese dinero a proteger el entorno.
En 2010, Galápagos recibió 170 mil visitantes; en 2019 se llegó a los 270 mil. Aunque no se conocen las cifras totales de este año, en marzo se superó en un 34 por ciento el total de visitantes del mismo mes de 2019.
En las visitas por mar, sólo pueden acceder barcos de no más de cien personas, aunque la mayor parte son de 16. La riqueza natural del archipiélago carece de comparación con cualquier otro lugar del mundo.
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