Los ingleses siguen apoyando a la pareja Hays, Irene y John, los que han tenido la peor suerte al elegir el momento para comprar las 555 agencias de Thomas Cook, pero que siguen convencidos de que saldrán adelante. Son los dueños de Hays Travel, una agencia pujante en Inglaterra.
Los esfuerzos, desde luego, están ahí. Y siguen convencidos de que saldrán adelante. Han estado llamando a cada cliente y dos tercios de ellos han renovado sus viajes para otras fechas, lo que indica el cariño de la gente.
Pero es un cariño que se gana. Miren. Nosotros, dicen, no tenemos deudas, no damos bonus a nadie en la bolsa, no somos Thomas Cook. No hemos pagado un dividendo en diez años. Ahora mismo, con la crisis, los dos propietarios están cobrando el salario mínimo que obliga la ley. Nada más. “No hay accionistas ambiciosos a los que satisfacer”, dice Irene en un periódico nacional.
Los Hays dicen que “vamos a compartir el sufrimiento”, pero es verdad. Por eso, muchos propietarios de los locales donde estás las agencias han llamado para ofrecerles unos meses sin pagar alquiler.
Por eso, están convencidos de que saldrán adelante. Aunque es verdad que el momento no podía ser peor. Compraron antes de este invierno y este tenía que ser su primer verano, su primera ocasión para recomponerse.
Los Hays, como todo el mundo sabe, habían fundado su agencia hacía veinte años y tenían ya doscientas oficinas. Y se embarcaron en la aventura de quedarse también con las 555 de Thomas Cook. La aventura es complicada, pero piensan que saldrán adelante.
“No hemos podido salvar los 5700 puestos de empleo que teníamos”, pero han hecho lo que han podido. El personal esencial cobra la mitad, y los demás trabajan menos horas y unos pocos quedan con un tipo de contrato muy inestable. “Fue una decisión muy difícil que anunciamos personalmente en un vídeo. Fue muy triste”. Pero están decididos a que no haya despidos. Y se preparan para volver a la normalidad. “La idea de que los que vienen de Thomas Cook tengan que pasar por esta angustia dos veces en un mismo años es insoportable”, dicen los Hays, comprendiendo el drama de esta plantilla.
Pero la plantilla trabaja ahora desde casa, junto a la tabla de la plancha y con los niños por el suelo.
“Nosotros además estamos luchando para conseguir que los proveedores reembolsen a los clientes. Nos gastamos la cara por ellos porque queremos que sigan con nosotros”. John explica que “si no conseguimos el reembolso, lo pagamos nosotros y después lo exigimos.”
Los Hays habían vivido la crisis de la nube volcánica de Islandia o los atentados de las Torres Gemelas pero “esto es de una magnitud muy superior. Desgraciadamente, muchos negocios caerán”, añade.
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