La edición de Fitur que arranca esta semana va a tener como claves la práctica unanimidad de las voces turísticas en situar como grandes desafíos el combate a la saturación y a la desafección ciudadana, que tiene su origen en el descontrol con la oferta de alquiler vacacional auspiciada por Airbnb, y también en los perjuicios del modelo de cruceros en cuanto a escasa creación de empleo local y aportación de impuestos (Fitur batirá récords de participación con cerca de 250.000 asistentes).
El otro gran reto del sector es la renovación de sus destinos más maduros para no perder el tren una vez se disipe la inestabilidad en el Mediterráneo Oriental, para lo cual se hace imprescindible un Perte y que los fondos europeos lleguen a materializarse en proyectos útiles, ya que hasta ahora se ha descubierto que más de la mitad de estos recursos son desconocidos por cerca de la mitad de quienes podrían promover estas transformaciones.
La bonanza actual supone una oportunidad única para acelerar la mejora de estos problemas estructurales, tras años en los que ciertas administraciones autonómicas promovieron el modelo de vivienda turística, y de que desde el gobierno se aprovechase la crisis del Covid para estigmatizar al sector como "precario, estacional y de bajo valor añadido" (La España de Sánchez funciona gracias al sector “precario y estacional”).
No obstante, el ejecutivo central persiste en su afán de marginar al Turismo de un Perte propio a diferencia de otros sectores menores, mientras tampoco muestra avances en asuntos trascendentales como el fomento de la sostenibilidad con la llegada del AVE a la T4 de Barajas, la ampliación de El Prat, la segunda pista del aeropuerto de Alicante o los problemas también en las terminales de Tenerife.
También los focos van a estar en las posibilidades de prosperar de la integración de Air Europa en Iberia; las dificultades de la economía alemana y británica como grandes emisores; la sequía en Andalucía y Cataluña; la guerra entre el taxi y Uber en Baleares, o la escasez de mano de obra.
Que solidarios con el resto de empresas del sector, todo para los hoteleros¡¡¡ indignante¡¡¡ ¿y lo de el principio de libre competencia o reparto justo de la riqueza se les ha olvidado?
Si lee el artículo con atención verá que habla sobre "descontrol del alquiler vacacional" es decir, de ponerle coto a esa parte del alquiler vacacional que no está bajo control porque es ilegal, y que tantos problemas crea, por ejemplo que hayan desaparecido del mapa un montón de viviendas, antes destinadas al alquiler residencial y que pasaron al "vacacional" de extranjis por ser más rentable, lo que imposibilita que nuestros jóvenes se emancipen al no encontrar vivienda de alquiler a precio razonable o los problemas de convivencia para los vecinos de un bloque de viviendas cuando parte de esas viviendas las ocupan "turistas que vienen a disfrutar" sin respetar las normas de comunidad ni el descanso de los que allí residen porque a ellos todo eso les da igual.
Si hubieran acabado primero con los ocupas, y solucionaran ese problema tan grave con leyes nuevas, el tema cambiaría. Muchas casas vacacionales son legales y la mayoría de los turistas a los que se les alquila son responsables y respetan las normas de la comunidad. No hay que generalizar.
Nada de cruceros ni nada de Airbnb...no vaya a ser que los modestos hoteleros se enfaden...
El problema no es Airbnb, el problema son las regiones que no regulan el alquiler vacacional, en Baleares está perfectamente regulado y el que tienen una vivienda vacacional (no pisos, por que no está permitido) paga sus impuestos igual que un hotelero más, y que no te pillen con una vivienda vacacional sin estar dada de alta por que las sanciones son gordas.
El resto son los lloros de los hoteleros que quieren todas las porciones del pastel para ellos.