Naviera Armas Transmediterránea, una de las mayores empresas marítimas de España, un año después de firmar la refinanciación de sus cerca de 800 millones de euros de deuda, se encuentra en plena pugna entre sus principales acreedores, que son JP Morgan, Barings, Cheyne Capital, y el Banco Santander, y la fundadora familia Armas, tras el fallecimiento de Antonio Armas el pasado marzo.
Los bancos y fondos, según El Confidencial, pretenden otorgar una inyección liquidez entre los 70 y los 100 millones, ante el encarecimiento del petróleo, y junto con una segunda quita de los créditos, que ronda los 500 millones, obtener la mayoría del capital, en detrimento de una familia que carece de vencimientos relevantes hasta 2025, y que negocia el porcentaje de acciones que retendrían (Naviera Armas reestructura su deuda y reorganiza su cúpula directiva).
En primavera, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) le negó un rescate público por unos 125 millones. Naviera Armas, que tiene un amplio dominio del transporte de viajeros entre las Canarias junto a Fred Olsen, ha perdido casi 400 millones en los tres últimos años, y arrastra problemas desde que comprase Transmediterránea a los Entrecanales, dueños de Acciona, por 260 millones en 2018, lo que le llevó a la venta de las rutas en Baleares a la italiana Grimaldi por 305 millones.
Junto a Grimaldi, en Baleares, también irrumpió otra naviera italiana como MSC con su marca GNV, uniéndose al tercer operador en las islas como es Balearia, y ampliando las inversiones transalpinas en sectores estratégicos españoles, como en el de transporte con Trenitalia que participa en la nueva ferroviaria Iryo, además de en energéticas como Endesa, o de medios de comunicación como Mediaset (Telecinco y Cuatro) o Unidad Editorial (El Mundo, Marca y Expansión).
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