Esta sexta ola de coronavirus protagonizada por la variante Ómicron ha dejado algunas lecciones para el optimismo turístico, al tratarse de la primera vez que un pico de contagios no se aborda con las restricciones más severas, y se deja cierto margen de libertad al ciudadano (Ómicron sería muy leve pero su expansión está descontrolada).
La baja tasa de hospitalizaciones gracias a la vacunación ha sido la clave para que esta actual ola no haya implicado confinamientos a toda la población o incluso la prohibición de entrar en restaurantes.
El pasaporte covid ha podido confundir al ciudadano en el sentido de creerse inmune a contagiar y contagiarse, pero ha servido como pretexto para que las autoridades hayan mantenido los viajes abiertos y los bares operando.
Las restricciones desde los grandes emisores se han ceñido a exigir certificado de vacunación, y por lo tanto han servido también para sembrar confianza, entre tanta incertidumbre, de que se va aprendiendo a convivir con el virus.
El turismo requiere de un horizonte de estabilidad a largo plazo para vender viajes, puesto que el consumidor se siente repelido de moverse si concibe que puede verse obligado a guardar cuarentena en el destino y si cree que la oferta complementaria estará cerrada.
Esto no es cierto. La percepción sería buena si todos los países tomaran las decisiones de forma consensuada y las vacunaciones avanzaran en todo el mundo del mismo modo. Pero eso no es así y no hay que salir muy lejos. En España cada comunidad toma sus propias decisiones y restricciones y lo mismo pasa en Europa, donde cada país decide lo que le conviene. Y luego viene el resto del mundo. Así pues, no hay ninguna garantía de nada en ningún lugar, de manera que unos pueden ver optimismo y otros pesimismo o realismo, pero las restricciones existen y su grado de aplicación es totalmente incierto.
Aquí llegamos a remolque, tarde y mal. Los certificados covid, el europeo cuando entró en vigor y locales antes se llevan pidiendo desde junio como mínimo en numerosos paises europeos -a mi me lo pidieron para entrar a diferentes sitios antes del verano-, paises que en otoño han sido "punteros" para su desgracia en contagios. Vamos, algo que llevaban haciendo hace medio año, mientras aquí estabamos en babia creyendo que los contagios no iban con nosotros. Ahora esos paises, -por ejemplo Suiza o Austria- han tenido severas restricciones cuando no confinamientos, y ya no solo te exigen tener las do dosis de vacunación, si no que en muchos casos las tres dosis y además te exigen una pcr para entrar a casi cualquier sitio como restaurantes grandes, cines, teatros, auditorios, complejos deportivos, etc...... y España, tenemos a Pedro el Guapo y a la "santa patrona" de hostelería y el ocio, Isabel, la de la Puerta del Sol que están en la hinopia, y a todos los demás que temen la poltrona dado el éxito electoral de la anteriormente citada. Y en esa estamos que no se enteran de lo que sucede a su alrededor.