Existen muchos ejecutivos de Renfe con vocación para competir, para hacer una empresa valiosa, útil, eficiente. Pero la propia naturaleza de la compañía le impide que a la larga pueda competir.
Ni los ritmos, ni las demandas, ni los planes, ni la imagen de lo que busca el propietario de Renfe coincide con los ritmos, las demandas, los planes y la imagen que busca el propietario de los gestores ferroviarios privados europeos.
Veamos: para el privado, la empresa ha de autofinanciarse; para el público, da un poco lo mismo; la urgencia del privado existe, aunque no necesariamente le obliga a que cada año tenga resultados positivos, pero al público ni siquiera le importa que haya pérdidas cuando hay elecciones; para el privado, el servicio ha de ser bueno para fidelizar al cliente, mientras que al público le interesa el mañana, porque pasado igual han cambiado al ministro; el privado tiene que ser rentable porque eso es clave, para el público tiene que ganarse la elección, porque esa es la lógica de su ‘negocio’.
Esas diferencias conceptuales se traducen en la publicidad, en la compra de material, en las negociaciones con los sindicatos. Y cambian completamente la lógica de la empresa. Es una situación diferente.
Ouigo y Ferrovie dello Stato son públicas, pero han conseguido ser menos públicas que Renfe. Compiten con National Express, con Avellio, con Veolia, con Italo, y eso les ha enseñado a cambiar la lógica. Pero a nosotros aún nos falta mucho para tener una empresa ferroviaria competitiva. Es un problema instalado, arraigado, resultado de décadas de historia.
Muy buena reflexión aplicable a todas las empresas en Asturias, en mi modesta opinión.
Dile a una empresa privada que tiene que hacer los servicios a pérdidas para dar cobertura a muchos lugares y personas y a ver si quieren meter el hocico ahi, eso sí los trayectos que dan dinero se los dejamos, claro, y así perdemos financiación.