El aeropuerto de Narita, en Tokio, se ha quedado sin combustible porque el número de vuelos en este mes de mayo aumentó un 27 por ciento respecto a mayo del año pasado. La situación de la demanda de los cruceros en Grecia es tal que el gobierno conservador se ha visto obligado a anunciar prohibiciones. En Oporto y Lisboa, el número turistas está cambiando la imagen de las dos ciudades. En Brujas no cabe ni un turista más. En Sicilia, también, hay una invasión de visitantes. Y en Carcasona. Y en París. Y en Londres. Y en Roma. Por todo (El aumento del turismo deja a Tokio sin combustible de avión).
El problema de la saturación turística es generalizado. Tanto que está semana el espacio aéreo europeo fue un caos, con retrasos de hasta cinco horas en muchas rutas, sin necesidad de huelgas. Cruzar Francia, Alemania o el Benelux a partir del mediodía es hacer cola a la espera de huecos, porque los sistemas no dan más.
El fenómeno del turismo está descontrolado, de manera que no hay lugar en el cual no haya una sensación de saturación. Las plataformas digitales tienen alguna culpa, pero también la accesibilidad de Booking y, por supuesto, las aerolíneas low cost.
Muchos países y regiones introducen nuevos impuestos turísticos bajo el pretexto de desincentivar las visitas. Es mentira: son máquinas de recaudación, porque no hay ni un viajero menos como consecuencia de esos impuestos. La última ciudad, esta semana, en introducir este impuesto, es Setúbal, en Portugal.
La situación bien amerita que las autoridades europeas analicen qué hacer. No es un asunto local de Salamanca o de Benidorm, ni de Alicante o de la Costa Blanca, ni de España o Grecia. Es un tema más profundo que quizás sea una respuesta a la pandemia, pero quizás sea ya algo permanente.
Bueno, pero tenemos libertad y terracitas no? Eso es lo que importa.
Las aglomeraciones de los vuelos, los slots tienen mucho que ver,
todos quieren volar a la misma hora, ya casi no hay vuelos nocturnos ,sería una medida a corto plaza más que aceptable...