El verano pasado fue un caos: cuatro millones de turistas visitaron las ruinas de la ciudad destruida en el año 79 por la erupción del Vesubio, al sur de Nápoles. De manera que se acabó la entrada sin límites.
El director de la ciudad, yacimiento o parque etnográfico, Gabriel Zuchtriegel, dijo que se va a aplicar una limitación al número máximo de turistas diarios, no precisada, que estará por debajo de los 20 mil visitantes diarios, susceptibles de más restricciones.
El viernes de la semana pasada se introdujeron las entradas personalizadas, con el nombre completo del visitante. Sólo se venderán 20 mil al día, pero con franjas horarias de acceso. Y se pretende desviar turistas a otros tres yacimientos, no sólo Ercolano sino también Stabia, Torre Annunziata y Boscoreale, mucho menos visitados. Se pondrá un bus gratuito para desviar a los visitantes.
El director del complejo explica que “las medidas de gestión de flujos y seguridad y la personalización de las visitas forman parte de una estrategia que busca el turismo lento, sostenible, agradable no masivo y, sobre todo, generalizado en todo el territorio que rodea el sitio de la Unesco, repleto de joyas culturales por descubrir”.