Thomas Cook acaba con la segregación entre turistas británicos y alemanes

Visto desde el punto de vista económico, era previsible. Visto desde el punto de vista práctico, parecía imposible. Pero piénselo bien: ¿es más rentable para un tour operador comprar el doble de plazas en un hotel o comprar la mitad en dos hoteles diferentes?. Todos lo tenemos claro, hasta que hemos de explicar que los visitantes son la mitad británicos y la otra mitad alemanes. Por eso, aunque a todo el mundo le parecía una proposición económica lógica, nadie podría creerse que llegara a ocurrir. Pero los números de Thomas Cook han de terminar por cuadrar y eso exige ingenio e imaginación. Y esta parece ser la solución. O una de ellas.

Durante décadas, no sólo los hoteles, sino las zonas turísticas y a veces hasta los destinos, se repartían por nacionalidades. Por ejemplo, Benidorm es británica; Peguera, en Mallorca, alemana; pero Magaluf es de nuevo británica, como Menorca. En los hoteles, ni hablar de mezclas, salvo con nacionalidades diferentes.

Pero esto se ha acabado. Peter Fankhauser, el alemán que dirige el segundo mayor tour operador de Europa, acaba de explicar en Londres, donde tiene su sede, que aprovechando que los británicos han abandonado la Unión Europea, parece el momento adecuado para acabar con esta tradicional división entre nacionalidades.

Los estudios hechos entre los clientes indicaban que un 90 por ciento de ellos no tendrían problemas en compartir vacaciones con otras nacionalidades. Pero una cosa es lo que se dice y otra será la realidad. O sea que pronto las zonas turísticas españolas empezarán a ver el experimento –que también tendría que reflejarse en las cuentas de Thomas Cook–. Entre británicos y alemanes, estarán, como hasta ahora, escandinavos, belgas y holandeses y, aún en menor proporción, los franceses.