Las grandes empresas, por razones bursátiles, están obligadas a ofrecer una actualización de sus resultados cada tres meses. Cada tres meses, pues, sabemos cómo el negocio de la tour operación en Europa va cayendo, cada vez más de prisa. Y cada tres meses escuchamos unas razones absolutamente peregrinas que pretenden explicar lo que es el indisimulable hundimiento de un negocio histórico que otrora fue todopoderoso.
¿Quién puede creerse que un día el problema sea la impopularidad de Turquía en los mercados, después el aumento absolutamente previsible de los precios del alojamiento en España, después el cierre del mercado egipcio, después el aumento del combustible de las aerolíneas, después la incertidumbre del 'brexit', y así sucesivamente? Hasta el más crédulo termina por cuestionarse si no será que los tour operadores tienen en sí mismo un problema de supervivencia que los hace inviables.
Los malos resultados ya son endémicos en Thomas Cook, al punto de que hoy la empresa literalmente no vale nada. La podemos comprar cualquiera de nosotros por cero euros, que ya es decir en una compañía que tiene más de cien aviones y varios hoteles. Pero este análisis también afecta a Tui, cuyo negocio sólo se salva porque lo ha diversificado a tiempo con la incorporación urgente de hoteles y cruceros que maquillan el desastre del tour operador.
Para quienes entiendan de tour operación, los problemas son bien simples: primero, pérdida de clientes por la aparición de modos de reserva y compra de vacaciones muy simples y frecuentemente más económicos, mediante Internet; segundo, los costes operativos desmesurados de los tour operadores clásicos, debido a unas estructuras sobredimensionadas creadas en las épocas de monopolio del mercado; tercero, la rigidez operativa de estas empresas que hace que su portfolio de producto se diseñe por temporadas, sin flexibilidad alguna en caso de imprevistos y, finalmente, la falta de competencia al menos en algunos de los directivos que están demostrando ser capaces de chocar con la misma piedra mil veces sin aprender la lección.
Estamos ante un final de época, imposible de disimular. El tour operador que nos obsesionara en España durante décadas, que hacía lo que quería, que dominaba los precios y los mercados, que nos tenía en vilo, está desapareciendo, diluyéndose, ante nuestra mirada estupefacta. Observen cada paso porque no siempre se ve la muerte en directo de dinosaurios como estos.
Detrás de la extinción de dinosaurios emisores viene la de los receptivos...
Correcto, la de los receptivos propios de esos dinosaurios y de aquellos que no se han reciclado ó diversificado el negocio.
Detrás de la extinción de los receptivos vendrá la del empleo estable. ¡Ah! no, que esa ha llegado en las que tiene menor coste operativo.