Adam Aron se convirtió en consejero delegado de la cadena hotelera Starwood a finales de febrero, tras la dimisión repentina de Frits van Paasschen. El grupo internacional, con más de 1.200 establecimientos en un centenar de países, ha presentado Tribute Portafolio, una marca de hoteles de cuatro estrellas que serán independientes. Starwood se enfrenta además al desafío de la generación Millenial, que difiere de los gustos del consumo respecto a sus padres, mientras que Cuba se perfila como el objetivo para próximas incursiones inversoras.
El consejero delegado de Starwood justifica su decisión de centrarse en la creación de una marca diferente: “La mitad de los hoteles en el mundo son independientes. Tiene sentido que ofrezcamos también esta opción. Entre nuestros clientes, el 70 por ciento dice que se quedan en hoteles independientes. Además, hay demanda de los propietarios por unirse a una gran red de hoteles”. A eso se suma que en las últimas dos décadas, “los planes de fidelidad han cobrado importancia y eso lleva a los hoteles independientes a que les sea más difícil competir con los grandes operadores”, según declara en una entrevista concedida a El País.
Los clientes de la generación Millenial (entre 18 y 33 años) son una de las preocupaciones de la cadena, para los que ha adoptado esta nueva estrategia de acercamiento hacia los hoteles independientes. “Los millennials, estructuralmente, son más compradores de la experiencia de hoteles independientes porque han crecido en la era de Internet. Tienen mucha más información sobre los hoteles que no forman parte de grandes grupos. Los viajeros mayores dependían más de la calidad que le garantizaba una marca”, reconoce Aron, Sin embargo, “tampoco creo que sea del todo cierto que los millennials rechacen las marcas. Lo que pasa es que pueden decidir mucho más rápido sobre si un hotel desconocido puede estar a la altura de sus expectativas”.
En cuanto a Cuba, Adam Aron, que es miembro del consejo de administración de la compañía de cruceros Norwegian, admite el atractivo del destino ante los cambios que ya se están percibiendo: “en la industria entendemos que Cuba está solo a 90 millas de Florida”. Aron sostiene que “antes de la Revolución, un tercio de todo el turismo de EE UU hacia el Caribe fue hacia una sola isla y esa isla era Cuba. Cuando fui hace dos décadas me impresionó mucho las posibilidades de la isla como destino turístico. Lo que está haciendo ahora la Administración Obama es el mayor cambio diplomático en dos décadas”.
El consejero delegado de la hotelera sostiene que la revalorización del dólar “es un arma de doble filo. Por un lado, refleja la fuerza de la economía de EE UU. Pero una apreciación del 20 por ciento frente a la libra y del 30 por ciento frente al euro, para una compañía que opera en más de un centenar de países, hace daño a los ingresos”. Su enseña todavía nota los efectos de la crisis en Europa, donde “el crecimiento ahí será modesto. EE UU y Asia compensarán esa debilidad”.
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