Airbnb tiene una cara para cada mercado, dependiendo de lo que le pidan para poder sobrevivir. Ahora, ha emitido un comunicado en Francia, donde cuenta que ha pagado 148 millones de euros en impuestos a los municipios franceses durante 2022.
Como tal vez sospechen, esto es mentira, porque los impuestos municipales no se aplican a Airbnb sino a los viajeros que se alojan a través de su plataforma. Pero todo sirve para dar una buena imagen.
Escondido en el texto de su comunicado, Airbnb dice que este monto "recaudado en nombre de los anfitriones", va a las ciudades francesas (24,3 a París, 2,8 a Marsella y el resto una lista interminable). "Estas grandes ciudades –dice Airbnb– se benefician así del regreso de los viajeros internacionales".
Bastante más importante para el negocio es la declaración hecha en Francia de que allí Airbnb "comunica los ingresos de los huéspedes a las autoridades fiscales una vez al año".
Esto, que sí ocurre en Francia, pero que la multinacional aplica de forma variada porque sabe que parte del atractivo de su negocio consiste en la posibilidad de mantener opaca esta actividad, supone que el fisco puede conocer los ingresos reales de los propietarios de los pisos.
En cambio, de cara a una solución para toda Europa, la compañía afirma que "trabaja con los Estados miembros de la Unión Europea y sus autoridades fiscales para automatizar la recaudación y el pago del impuesto turístico" (quiere decir, para ofrecer transparencia, como ha pedido la Comisión Europea y Airbnb no ofrece).
Estos se rien de todos.