Airbnb, un enemigo para crear empleos

España pasó en solo los cinco años entre 2012 y 2017 de recibir 57 millones de turistas extranjeros a 82 millones, lo que supuso una subida sin precedentes del 44 por ciento en ese periodo, según cálculos de preferente.com. Para absorber esta demanda, Airbnb logró en pocos años que se regularizasen las mismas plazas turísticas que a los hoteleros les había llevado más de 60 años conseguir.

Este crecimiento excepcional en la llegada de turistas motivó a que las autoridades hicieran la vista gorda con el hecho de que se estaban permitiendo usos turísticos en viviendas en zonas delimitadas como residenciales, pese a todos los problemas que ello acarreó de convivencia para los vecinos y de pérdida de identidad para los barrios, así como de encarecimiento de los alquileres para los locales.

Las plazas de viviendas turísticas competían con ventaja respecto a las hoteleras, con mayores obligaciones legales y mayores cargas fiscales, pero por lo extraordinario del boom de viajeros foráneos a España ante la crisis de sus destinos competidores como Turquía y Egipto por la inseguridad, se permitieron entonces todos estos desagravios y molestias a los ciudadanos.

En Barcelona, al dispararse Airbnb como en ningún otro centro urbano, el turismo llegó a convertirse en 2017 en nada menos que en la mayor preocupación ciudadana. Era el verano en el que la turismofobia batía récords al ser el primero en el que se iban a ofertar las mismas plazas en viviendas que en hoteles con zonas habilitadas para uso turístico en vez de residencial.

Pero hoy, con la crisis del coronavirus, la situación ha dado un vuelco. Se espera que un año la caída de viajeros extranjeros pueda superar el 40 por ciento en un solo año, por lo que habrá una obvia crisis de demanda. Si existen cerca de un millón de plazas, repartidas más o menos a partes iguales entre viviendas y hoteles, a la creación de empleo le convendría indiscutiblemente privilegiar a las hoteleras.

El Gobierno debería promover que los propietarios de pisos turísticos volviesen a elegir a los residentes para seguir lucrándose. Algunos, de hecho, ya lo están haciendo, anticipándose a la caída de turistas, según un estudio de Airdna y RightMove. Pero otros aún no, y las autoridades, estimulando este movimiento, conseguirían abaratar el precio de los alquileres al ampliar la oferta de vivienda residencial.

Abaratar los alquileres en las ciudades va a ser más necesario que nunca ante una crisis que sobre todo va a golpear a las zonas más turísticas de España, que es donde más plazas de Airbnb hay. Pero por encima de todo, la prioridad económica debe ser la creación de empleo, y los hoteles son los mayores creadores de puestos de trabajo de toda la industria turística (Más plazas ilegales en España que hoteleras este verano).

Ante una emergencia económica nacional, Airbnb y también la oferta de apartamentos que incluye Booking —que asegura que supone alrededor de la mitad—, son enemigos para crear los empleos que España necesita para su recuperación económica, ya que sus viviendas apenas generan empleo, y sus propietarios no se verían tan afectados si en vez de cobrar de turistas pasan a cobrar de residentes.

España va a necesitar como nunca exprimir cualquier fuente de creación de empleo, y entre los alquileres turísticos y las empresas hoteleras hay una diferencia sustancial en este sentido. Y también el país va a necesitar como nunca viviendas más baratas, para lo cual hace falta ampliar el parque residencial, y la forma más fácil y rápida es promoviendo el traspaso de uso turístico al residencial que además precisamente es el que le toca por su zona y los planes urbanísticos.