Mientras prácticamente todo el mundo está aplicando impuestos al turismo o a los alojamientos, el Gobierno saudí, decidido a que el turismo reemplace al petróleo como su gran fuente de ingresos, anuncia que a partir de ahora las licencias de hoteles, apartamentos y residencias turísticas pasan a ser gratuitas en todo el país (Arabia Saudí extiende alfombra roja a la inversión en su megaproyecto hotelero).
Según la agencia de noticias estatal, “la decisión es coherente con los objetivos de la Visión 2030 del Reino, que pretende hacer de Arabia Saudita uno de los destinos más destacados del mundo”. El objetivo es que los inversores se animen, aunque realmente es infrecuente que alguien se autoimponga no hacer una inversión por los costes de estas licencias.
De mucha más importancia son las medidas que afectan a las prácticas culturales hacia los turistas que Arabia está cambiando velozmente para acceder a los mercados mundiales, incluso en colisión con sus valores religiosos en muchos casos.
Arabia, como se sabe, está lanzando unos resorts de grandes dimensiones en la zona oeste del país al tiempo que, también, promueve una nueva aerolínea que pretende ser un referente mundial.
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