Baleares contra el turismo

Baleares vive una crisis: tiene que solucionar la percepción generalizada de exceso de turismo, pero no hay quien se aclare. Desde mi punto de vista, conociendo al personal, sólo había una cosa era totalmente segura antes de que se abriera este melón: que jamás, bajo ningún concepto, la oposición (de izquierdas) aprobaría una idea del Govern (de derechas) que fuera positiva, conducente y sensata. Esto es un axioma, una ley, un principio sobre el que se asienta nuestro modelo político: jamás ni un milímetro de margen al rival. Esta es la miseria de nuestra política, la desgracia que explica por qué no vamos a ningún lado, porque sólo nos limitamos a marear los problemas, a rodearlos, pero sin hacer nada. Nunca una mala palabra, jamás una buena acción.

Después hay que admitir que la posibilidad de que se pudiera proponer una idea viable para limitar el turismo era completamente remota. Digo remota porque ya hace muchos años que nuestros políticos, y Prohens es un ejemplo casi perfecto de ello, son incapaces de tomar una decisión seria y responsable que pueda suponer la pérdida de un voto. O sea, que son incapaces de tomar una decisión, porque decidir es cambiar el rumbo natural de las cosas, es provocar un giro, un cambio, y eso siempre tiene afectados, o sea pone algún voto en riesgo.

Yo no sé si hay que limitar el turismo. Pero si fuera necesario, es muy sencillo, si hay voluntad. Pero todo este circo en Baleares parte de un pecado original: no puede haber perjudicados, lo que significa que nadie ha de perder ni un turista, que nadie va a cerrar ni una plaza hotelera, que ni una casa vacacional puede dejar de funcionar como tal, que ni un coche de alquiler dejará de estar en el mercado y que nos tenemos que limitar a medidas cosméticas, irrelevantes, preferentemente muy mediáticas. Si esto ha de afectar a alguien, que no esté empadronado en Baleares. Que no vote.

El problema de la saturación turística, tal vez con algún matiz diferente, no es exclusivamente de las islas: ocurre en Ámsterdam, en Lisboa, en París, en Nueva York, en Singapur, en varias ciudades italianas, etcétera. Hubiera bastado con mirar cómo abordan el problema en esos lugares y copiar. Como en tantas otras cosas, ¡qué inventen ellos! Y ellos han optado por limitar el alquiler vacacional, incluso prohibirlo del todo. En Nueva York, además, han impuesto exigencias muy severas a los hoteles. Lógico. Porque no hay secretos: o se limita la oferta hotelera, o la de apartamentos turísticos, o ambas. Porque no hay turista que viaje sin alojamiento. El alojamiento es el eje del viaje, su núcleo central. Nadie viaja porque ha encontrado un coche de alquiler a buen precio. Ni un avión. Como se ha visto a lo largo de la historia, todo empieza por el alojamiento.

Aquí no. Aquí nos descolgamos con un aumento del impuesto turístico, que en ningún lugar ha servido para limitar el número de turistas pero sí ha alimentado el afán ilimitado de recaudar del sector público; cobrar a los coches no empadronados en Baleares, algo insólito y disparatado; y también nos anuncian que van a cumplir la ley y perseguir los apartamentos ilegales. Este tercer punto es fenomenal, porque equivale a decirnos algo así como “oigan: que vamos a hacer que la ley se cumpla”. Ahora las leyes, además de publicarlas, nos prometen que las cumplirán. Impresionante.

O sea nada que suponga un voto. Una tortilla sin romper huevos. Perfecto. Objetivo cumplido.

Los hados son propicios porque no hay votos en el Parlament de Baleares para poder aprobar estas cuatro chorradas, de manera que no se podrá comprobar que esto no sirve para nada –¡cómo va a servir limitar la entrada de coches, si Palma lleva todo el invierno con atascos sin que haya turistas!–. La situación perfecta. “¿Lo veis? Hemos trabajado con los expertos, hemos encontrado la solución a nuestros males y no nos dejan ponerlo en marcha”, al tiempo que con la boca pequeña damos un suspiro de alivio. ¡De buen lío nos hemos librado!

Así que tranquilos, todo sigue como siempre. Podremos seguir yendo a las ferias turísticas a decirles a los turistas que vengan, pero que sepan que nos gustaría que no vengan. Una esquizofrenia. La cuadratura del círculo.

 



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    1 Comment
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    uno que cree saber......un poco
    1 hora

    Cuanta razón tiene el autor de ese artículo.


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