La Generalitat de Cataluña da alas a Airbnb y al resto de plataformas dedicadas al alquiler vacacional. El nuevo decreto de turismo, aprobado el 4 de agosto, incorpora dos figuras muy beneficiosas para este modelo y, por ende, para la economía sumergida que esconde: el alojamiento singular y el hogar compartido (Barcelona acusa a Airbnb de encubrir “redes” de alquiler ilegal).
En el caso del alojamiento singular, se trata de espacios fuera de lo común, como por ejemplo cabañas en los árboles, barracas de piedra seca entre viñas o cuevas. Se autoriza su alquiler, imponiendo como condición que tengan una capacidad máxima para seis plazas y que se encuentren fuera de vehículos, aeronaves o embarcaciones, así como edificios convencionales.
Respecto al hogar compartido, se permite que cualquier propietario pueda alquilar la vivienda con fines turísticos, siempre y cuando sea su residencia principal. La nueva normativa establece límites como un máximo de cuatro huéspedes por vivienda y estancias iguales a inferiores a 31 días, según El Periódico. Además, el titular, que deberá estar en un registro de alquiler turístico que deberá elaborar cada ayuntamiento, tendrá que residir y compartir la vivienda con los turistas.
El director general de Turismo de la Generalitat, Octavi Bono, defiende que el alquiler vacacional "no es una actividad nueva", estimando que hay 10.000 viviendas en Barcelona y 14.000 en toda la Comunidad. "Hay que regularlo para que la actividad tribute y los entes locales tengan control", argumenta.
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