Los barrios históricos de Córdoba, como el Alcázar Viejo y el entorno de la Catedral, enfrentan un éxodo silencioso por el alza despedida del alquiler turístico. En los últimos años, estas áreas han registrado una disminución de población del 3% y el 4%, respectivamente, disparando los precios de la vivienda, y desplazando a los residentes de siempre, según recoge ABC.
“Cuando acordemos, se habrá perdido la esencia del barrio, ya que sólo hay visitantes. Habría que controlar los alojamientos turísticos”, advierte María Dolores Macías, vecina de toda la vida del barrio de San Basilio. Su denuncia apunta a un problema que no solo afecta la demografía, sino también el tejido social de una comunidad que funcionaba como un pequeño pueblo dentro de la ciudad.
El auge del turismo en Córdoba ha transformado casas tradicionales en apartamentos para visitantes, generando un conflicto latente. “La vivienda está muy cara, y lo es para comprar, derruir y hacerlo nuevo. Una familia no se lo puede permitir, pero sí una empresa que quiere ganar dinero con el turismo”, señala Francisca Onetti, propietaria de una tienda de alimentos en San Basilio.
Para los vecinos que aún resisten, la convivencia con los alojamientos turísticos no siempre es sencilla. En calles emblemáticas del Alcázar Viejo, el sonido de las maletas rodando sobre el empedrado es el nuevo eco de los fines de semana. Aunque muchos turistas son tranquilos, otros llegan en grupos de despedidas de soltero, alterando la paz del vecindario, donde predomina una población envejecida.
El impacto no se limita al ámbito residencial. En zonas como la Judería y la Plaza de Abades, negocios locales también han experimentado cambios. Lourdes Martínez, residente y comerciante, describe una coexistencia contradictoria: “La vida es muy bonita, porque todo el casco histórico es un monumento. Pero la contrapartida es que la vida es un infierno. Como en la cárcel, necesitamos un permiso para entrar en coche y otro para salir”.
Mientras tanto, la falta de vivienda accesible para jóvenes y familias en los barrios históricos plantea un futuro incierto. Los solares vacíos y los espacios deteriorados contrastan con el crecimiento de los pisos turísticos. Isabel Álvarez, vecina desde hace seis años, resume la situación: “Los pisos turísticos han ido en aumento y han distorsionado. La gente corriente ya no puede tener una vivienda en el barrio”.