La crítica más dura sobre la categoría moral de la nueva secretaria de Estado de Turismo la ha publicado el periodista más afamado del terruño insular que vio nacer a Bel Oliver. Pero los asertos con dinamita de la estrella del periodismo balear dirigidos hacia Oliver no son los únicos que ha recibido la política mallorquina del PSIB, ya que los más dolorosos han partido de antiguos militantes socialistas con pedigrí, e incluso de compañeros con los que compartió despacho.
El gesto fruncido, los dientes apretados y la mirada acerada define la personalidad de la nueva responsable del turismo español, una bióloga que ha vivido siempre de la política. "Enemiga visceral de la transparencia, no le recuerdo ni una sola declaración interesante desde que hace veinte años la incorporara Celestí Alomar como secretaria general silente de su Conselleria (Turismo)", escribió hace dos domingos el nada 'pepero' Vallés en la página más leída de la prensa balear.
El zurriagazo a Oliver el día de su designación en el diario afín a su partido fue de los que hacen época, tanto por la fecha de su publicación, día de gloria para ella, como por la contundencia de los puntos de vista del indómito periodista acerca de su su trayectoria política. Han sido sus excompañeros, sin embargo, los más ácidos a la hora de valorar a esta política que siempre ha estado pegada a la presidenta de Baleares, entre ellos Mesquida y el itinerante Munar.
Su exjefe y coautor del polémico impuesto turístico hace tiempo que también le dio de lado precisamente por su apego al poder. Celestino Alomar, veleta de la política -de la extrema izquierda a cargos con el PP— no la puso a caldo pero se alejó de ella como tantos otros que huyeron del Partido Socialista de Baleares desde posiciones muy variadas, en su caso por la postura del PSOE ante la deriva separatista de una buena parte de los catalanes. Ruptura sobre la que Oliver no se pronuncia.
La nueva secretaria de Estado de Turismo tiene un rasgo diferenciador respecto a la mayoría de los políticos de la Islas: la venganza. Es tan rencorosa que la víspera de dejar el cargo de secretaria general técnica de la Conselleria de Turismo firmó un montón de multas, con o sin razón, a los hoteleros que más se significaron durante la batalla de la ecotasa, desde Barceló a Valentín pasando por Meliá y Grupo Piñero, de los que más lucharon contra el impuesto turístico.
Cuatro años más tarde, cuando el PSIB volvió a gobernar en el llamado segundo Pacto de Progreso, Bel Oliver quiso firmar la pipa de la paz con los hoteleros. Para ello utilizó a un relaciones públicas que se encargaba del patrimonio de Michael Douglas en Mallorca. Algunos de esos hoteleros, no precisamente los dueños de los grupos mencionados anteriormente, cedieron ante la promesa de borrón y cuenta nueva de Oliver, al frente entonces de Turismo en el Consell Insular.
Ahora quiere ecotasa al cuadrado porque así se lo piden los socios que permiten a los socialistas gobernar en Baleares, Podemos y Més. Antes de las elecciones, Armengol y Oliver se comprometieron con los hoteleros con no implantar la ecotasa. Una muy buena noticia. Promesa incumplida: doble ración. Y sin remilgos. Dice que ha recibido una cascada de correos y mensajes de felicitación. Todo es posible: la patronal hotelera considera que su nombramiento es muy buena noticia.
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