En cada acto al que acude, Francesc Colomer, el secretario autonómico de Turismo, se pronuncia inequívocamente contra el futuro impuesto al turismo que está tramitando el Parlamento regional a través de los grupos políticos que dan apoyo al gobierno, excluidos los socialistas.
En una entrevista este fin de semana, Colomer declara en Información de Alicante, que “el Parlamento vive en una realidad paralela: el tributo parece que se plantea como un castigo para el sector (del turismo) para que el sector pague por sus supuestos pecados”.
Con mucha lógica, el secretario de Turismo, cuyo gobierno se debe precisamente a ese mismo Parlamento, declara contundente que “el ímpetu recaudador debe dirigirse hacia los sectores económicos tóxicos y no al turismo”.
Lógicamente, planteado el enfrentamiento en estos términos, es normal que el periódico destaque la respuesta del entrevistado a si tiene futuro en el cargo que ocupa, a lo que responde que no sabe si tiene los días contados, aunque en todo caso ratifica su rechazo a la idea de crear este impuesto. Un hotelero no habría sido más contundente.
Pocos tienen las ideas tan claras y las expresan con más dureza: dice que hay que “empatizar con la gente que sufre” y con un sector, el turístico, “que no se ha recuperado, que ha caído y que está en la lona porque ha perdido como nadie. No es cierto que todos estemos en el mismo barco, estaremos bajo la misma tormenta, que es esta pandemia, pero hay unos que se han hecho muy ricos, negocios que no han parado de crecer en el mundo, mientras que a otros se les ha golpeado en la línea de flotación, como el turismo”.
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