Lunes 27 de junio, sobre las 22 horas y en el hotel Playa Nueva Romana, de República Dominicana. Pablo Piñero y un amigo están sentados en una de las terrazas del citado complejo hotelero. Una pareja de turistas se acerca y se identifican como clientes oriundos de Puerto Rico. “¿Es usted don Pablo Piñero?”, le preguntan al presidente de los hoteles Bahía Príncipe. “Somos habituales de sus hoteles y nos gustaría hacernos una foto con usted, le importa?” Y el amigo de Piñero le hace la foto a la complaciente pareja.
Domingo 3 de julio, sobre las 18 horas y en el aeropuerto de Cancún, en el Caribe méxicano. Pablo Piñero, su amigo y su yerno Jaime Sitjar se topan con dos jóvenes de Valencia nada más pasar el control de seguridad. Las dos jóvenes, de entre 25 y 30 años, una de ellas portando un violín, le hacen le misma pregunta que los puertorriqueños: “¿Es usted don Pablo Piñero?”. Y el empresario murciano le dice, sorprendido, que sí. “¿Le importaría hacerse una foto con nosotros? Siempre vacacionamos en sus hoteles”.
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