Tiene toda la lógica del mundo: por un lado Ibiza, la marcha, la moda, la juventud, la música, el desenfreno y, por otro, Cristiano Ronaldo (CR7), la marca de los hoteles Pestana creada para dirigirse un público joven, con este perfil. Para el grupo (o grupillo, porque a día de hoy no es más que una expectativa) Pestana Ronaldo, no estar en Ibiza es como si una hotelera urbana no estuviera en Madrid o Barcelona.
Lo que no es tan usual es que se haga pública una nota de prensa para decir que están buscando hoteles en Ibiza, para lo que han contratado a JLL Hotels y Hospitality. Si acaso, este anuncio se justifica por la necesidad permanente de estar en los medios, de decir cosas, de hacerse ver.
Hasta el momento, el matrimonio Pestana (una de las cadenas más importantes de Portugal) y Cristiano Ronaldo (una de las personas a las que les sobra más dinero en el mundo) se limita a cuatro hoteles, dos en operación –uno en la isla de Ronaldo, Madeira, y el otro en Lisboa—y dos en obras. Pero ahora se lanzan a Ibiza, donde no tienen nada.
O sea, los hoteleros de Ibiza ya saben que hay interés, por lo que los precios, obviamente, se pondrán a tono, subiendo con tal motivo. Por su lado, sin Pestana, Ronaldo tiene comprado un hotel en Mónaco, con una sociedad en la que está ni más ni menos que Donald Trump.
El movimiento de Pestana tiene el interés de trabajar con la imagen más allá de lo que conocíamos. Los hoteles son puro Ronaldo, lo cual obviamente tiene interés de marketing. Esta misma rueda de prensa no hubiera sido noticia de no ser que el famoso jugador está en medio.
Todo esto, sin embargo, deja sin responder una cuestión: cuántos viajeros están dispuestos a pagar siquiera un euro de más porque el hotel donde se aloja le recuerde a Ronaldo. Muchos sí, pero entre los seguidores del Barça probablemente pocos.
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