Cadenas hoteleras medianas de Baleares, Canarias y la costa levantina de la Península que tienen intención de expandirse se están viendo limitadas por el auge de las rentas de alquiler de los establecimientos en el último año y el actual. Los propietarios de hoteles en estas zonas han elevado los precios en un porcentaje de doble dígito, animados por unas excelentes temporadas gracias a la pujanza del turismo internacional.
Aunque se ha impuesto en España crecer con fórmulas poco intensivas en inversión, la opción del contrato de gestión prácticamente está reservada a las grandes marcas de las grandes compañías hoteleras y las empresas de tamaño mediano tienen que firmar arrendamientos, ya sean de renta fija o variable.
“A no ser que seas una marca fuerte, la gestión solo es para las grandes cadenas y las medianas vamos al alquiler”, ha señalado a preferente.com un ejecutivo de una cadena que está viendo más dificultades de las esperadas para incorporar nuevos activos en ambos archipiélagos y en la vertiente mediterránea de España.
Otras fuentes del sector han ratificado que el aumento de las rentas por arrendamiento está poniendo palos en las ruedas de las cadenas de menor tamaño con planes de crecimiento ambiciosos. La falta de crédito imperante en nuestro país también les impide, en muchos casos, hacerse con la propiedad de los establecimientos, aunque hay compañías isleñas que aún cuentan con un fuerte músculo financiero y pueden avanzar comprando activos y aprovechando las actuales oportunidades.
Los hoteleros apuntan que “es un riesgo firmar un alquiler a 10 o 15 años cuando las cosas van muy bien”, puesto que las condiciones son menos favorables para el inquilino. En el mercado de compra-venta “aún hay chollos” porque hay dueños de hoteles que necesitan vender debido a su elevado apalancamiento, pero las gangas no se encuentran cuando se trata de arrendar, añaden.
En el sector llama la atención también que, en algunos destinos como Mallorca, además de negociarse rentas más altas, están firmándose de nuevo muchos contratos de renta fija, un modelo que parecía en desuso en muchos puntos del país donde se habían impuesto los arrendamientos variables, además de las renegociaciones a la baja desde el inicio de la crisis.
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