Tengo para mí, con algunos datos fiables y recientes, que antes de que finalice el año la mayor parte de los territorios autónomos que componen España habrán implantado la llamada “tasa turística” que comenzó a ser una realidad en Baleares y Cataluña hace ya algún tiempo.
En efecto. En Madrid se está a la espera del nuevo gobierno para que los agentes turísticos hagan saber a la nueva administración autonómica que es el momento para llevar a cabo la recolección de unos 40 millones de euros cada doce meses que supondría poner inicialmente la tasa turística. En el caso de Madrid dicho nuevo impuesto al consumo turístico tendría un objetivo “finalista” en el sentido de que toda esa morterada de millones se dedicará sólo y exclusivamente a la promoción de la capital dentro de España y especialmente en otros países del mundo. La promoción en sus distintas modalidades: desde campañas publicitarias puras y duras a la organización de eventos, degustaciones y atenciones a los medios de comunicación.
Según fuentes solventes ha sido el ‘lobby’ de emprendedores Madrid Foro Empresarial, que dirige Hilario Alfaro, el que durante los últimos tiempos ha tirado de ese carro, secundado por la compañía aérea Iberia, los grandes almacenes El Corte Inglés y el Museo Thyssen.
Sin embargo, la oposición tajante del sector hotelero ha hecho que los distintos gobiernos de la Comunidad hayan preferido aparcar el asunto por ahora. Los hoteleros son una organización lo suficientemente poderosa como para que su opinión sea tenida en cuenta.
El gran argumento a favor de la tasa es, evidentemente, que el dinero que llega desde las administraciones para la promoción turística es muy escaso y disperso y, que, por ende, hay que buscar nuevas fórmulas de financiar campañas que permitan que Madrid, sin ir más lejos, pueda competir con el resto de la oferta europea.
¿El canon? Dependerá. Irá entre 1 euros en los establecimientos más modestos a los 7 euros diarios para los hoteles más exclusivos. Argumentan que el miedo a perder clientes se ha demostrado falso. “Nadie por un euro o siete deja de viajar hoy en día…”, mantiene Alfaro, convencido de que los próximos responsables autonómicos darán vía libre al impuesto.
CASCADA
Si Madrid y sus autoridades (cuando vengan los nuevos, insisto) dan un paso al frente y deciden imitar a las Islas Baleares y a Cataluña es fácil adivinar que el resto de los territorios caerán de ese lado a la mayor brevedad posible. Es un dinero muy sabroso que llueve del cielo para uno de los negocios más interesantes para la mayor parte de los territorios españoles.
De modo y manera que estamos ante una nueva perspectiva en el sector que nos ocupa. El autor de esta columna tuvo, inicialmente, sus reparos a la implantación de este impuesto porque, básicamente, desde una posición liberal es mejor pensar que el dinero donde mejor se encuentra es en el bolsillo de los ciudadanos. Pero, si la praxis demuestra que no hay disminución de clientela por este asunto, de algún lado habrá que sacar el dinero para un tema básico como es el conocimiento y la promoción de nuestros destinos turísticos que bajo ningún concepto puede ir con desdoro a competir por un mundo abierto y libre.
En efecto, la promocion exterior de MAdrid llega ya tarde cuando otras comunidades lo llevan haciendo tiempo. Hay que aprovechar el buen momento turistico de la capital y ejecutar iniciativas como esta para poner en valor una oferta turistica ahora en auge. Y un euro frente a la media de precios en Madrid son efectivamente "peanuts".
La tasa turística debería ser la contrapartida por el uso extra de determinada infraestructuras y servicios públicos (p.e.: saneamiento) . Su destino exclusivo para promoción contribuiría al sobreuso de dichas infras y servicios, con lo que sería antifuncional. El sector requiere promoción y debe procurársela por sus medios o a través de los presupuestos públicos nutridos por ingresos públicos: impuestos sobre actividades.
Genial. Cobrar para darselo a la aerolineas. Y los que van en coche?. En fin, a casa del amigo.