Los empresarios hoteleros de las Baleares se fueron a la capital de España a manifestarse hace 40 años. Estaban desunidos, desorganizados, desnortados y a disgusto con un líder empresarial vinculado a los sindicatos verticales. El muñidor de aquella protesta, eufemísticamente llamada Coincidencia en Madrid, fue el entonces jovencísimo Josep Forteza- Rey, quien aglutinó a un empresariado tan conservador como reivindicativo. Para contrarrestar aquel sutil e insólito alzamiento, el secretario de Estado de Turismo, Ignacio Aguirre Borrel (UCD), concedió una ayuda de 40 millones de pesetas para la puesta en marcha de la cooperativa hotelera, Cofeba. De aquella Coincidencia madrileña y de aquel encuentro en el ministerio de Información y Turismo nació la Federación de Hoteleros pionera de España y que ahora celebra su 40 aniversario. La más veterana y, sin duda alguna, la más poderosa.
Forteza Rey, con la inestimable ayuda del director general de Hoteles Mallorquines—luego Sol y posteriormente Meliá—Juan Vives, tuvieron la gran visión de dar-- en la búsqueda del primer presidente--con el hotelero más carismático de las Islas: Miguel Codolá. Nadie, muy pocos, conocía a Codolá Camps, empresario catalán entroncado con la familia mallorquina Bonet. Fue un gran hallazgo: Codolá acumulaba algo más que las cualidades de un líder, pues a su capacidad de mando y fuerte personalidad unía un gran don de gentes y una alegría desbordante. Era una mezcla de los dos Gabrieles que repartían el bacalao turístico—Escarrer y Barceló—y del jovial Fluxá. Al poco tiempo de fundarse, la Federación--entonces de Baleares y desde hace cuatro lustros y pico, de Mallorca--ya se había convertido en un poder fáctico en las Islas. Un poder que emanaba en buena parte de la personalidad de Codolá Camps.
Pero los inicios de la Federación no fueron fáciles. Codolá formó un gran equipo técnico en el que destacaba el gerente Juan Bonnemasion. En su junta directiva contaba con lo más granado de las distintas zonas turísticas de las Islas. Entre estos, casi todos ellos hoteleros pequeños e independientes, anidaba un rechazo a las incipientes cadenas y, sobre todo, a la más destacada. Los más echados para delante, los que más se oían, acabaron siendo conocidos como “los coroneles”, en línea con los revolucionarios militares griegos que derrocaron al padre de nuestra reina Sofía. Eran los Gordillo (Can Picafort), Vilaire (Alcúdia), Femenías (Cala Millor) y en menor medida, Luna (Playa de Muro). Pero el centurión se los metió a todos en el bolsillo con esa gran cintura diplomática que Dios le dio y su gran poder de convicción. Abortado el mini golpe, la Federación se convirtió en la patronal hotelera más influyente de España.
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El que escribe el artículo se nota que conoce este mundillo,gran artículo. Gracias por acordarse de estos pioneros!!