Sevilla y Málaga han puesto en un brete al consejero de Turismo de la Junta de Andalucía. Las dos ciudades más relevantes del sur de España tensionan al responsable de turismo por la tasa que quieren implantar. Los alcaldes perseveran en este asunto y Arturo Bernal se opone porque el sector turístico es contrario al impuesto propuesto por sus compañeros y altos cargos del partido. La masificación está detrás del origen del problema generado por la probable implantación de la tasa (La Junta, tajante: “Una tasa turística en Andalucía es poner un tapón al sector”).
José Luis Sanz y Francisco De la Torre consideran que un impuesto a los turistas, sobre todo a los de los pisos de alquiler, serviría para contrarrestar la masificación. Arturo Bernal, sin embargo, es totalmente contrario a ese gravamen en Andalucía. Los compañeros del PP no están a la gresca, ni Moreno Bonilla lo va tolerar, pero el pulso entre ellos es latente. No es frecuente en política que compañeros del mismo partido y, además, bien avenidos, se enfrenten por cuestiones de tanto calado. Y el turismo es un asunto de primer orden para Sevilla, Málaga, la Costa del Sol y Andalucía en general.
Las tasas deben ser abordadas con detenimiento. En Baleares no solo no ha servido para evitar la llegada de más turistas, sino que en algunos casos se ha usado de forma perversa. Por ejemplo, el Gobierno de Armengol destinó 1 millón de euros a un festival de los 40 principales en Mallorca. La masificación se ha politizado en demasía. En Málaga, el catedrático y fino analista político Manuel Arias Maldonado y el arquitecto Alborán han sido de los pocos que han tratado con sensatez en sendos artículos este tema, sin pasión y sin partidismo.
De la Torre, quien es considerado como el mejor alcalde de España, se ha dejado llevar por la bulla de los activistas y el hartazgo de bastantes vecinos a causa del comportamiento de turistas incontrolados de la escuela Airbnb. Otra cuestión que debería tener en cuenta el gran regidor municipal malacitano es el de los “turistas de horas”, que son los que abarrotan Larios y adyacentes y que no pernoctan y, por tanto, gastan poco. Son los turistas de cruceros, los que en Palma y en Málaga congestionan las calles peatonales. La regulación de los cruceros es vital en la tierra natal de Picasso.
El consejero Bernal, de piel fina pese a su fortaleza física (demasiado sensible para un profesional de la política), tiene una patata caliente con sus compañeros de Sevilla y Málaga. Pero cuenta con el apoyo de las patronales turísticas y de otras organizaciones empresariales de las dos relevantes ciudades y de otras asociaciones de la región andaluza. Un paraguas con el que resguardarse del granizo de dos pesos pesados de la política andaluza y de su partido. De la Torre y Sanz, principalmente el primero, son dos caballeros, pero políticos, al fin y al cabo.
No soy partidario de la tasa turística por que los turistas la pagaran y todo seguirá igual pero la pela es la pela. Como usted dice en el artículo, políticos