Los hoteleros de Jaume Matas siguen sin hablarle tras las últimas sentencias

Los hoteleros que más unidos estuvieron con el ex presidente de Baleares Jaume Matas, desde los grandes a los medianos, siguen sin hablarle con excepción de un mediano hábil y sutil que le brindó su establecimiento gratis et amore para que celebrara la rueda de prensa en la que se congratulo de no ir a la cárcel.

Matas y los hoteleros de más fuste, al igual que los de tamaño medio más pudientes de la Isla, formaban una piña antes incluso de que el Gobierno del Pacto de Izquierda pusiera en marcha la polémica ecotasa, un impuesto que sirvió para acrecentar las relaciones del colectivo con el líder del Partido Popular.

Pero fue la implantación del controvertido impuesto (1999) la clave de la unión entre los empresarios más representativos de la economía balear y el político más destacado de las Islas, entonces ministro de Medio Ambiente en el Gobierno de Aznar, todos a una en el pulso al impuesto de Antich, Alomar y Mesquida.

La lucha dio sus frutos en las elecciones siguientes (2003), consiguiendo el PP por primera vez ganar en todos los municipios de las zonas turísticas de las Islas, y ello merced a la entrega de unos hoteleros de todo tipo y condición que se dejaron la piel batallando contra el desatino del Pacto de Progreso.

El triunfante Matas se metió al empresariado en el bolsillo, no sólo al hotelero, hasta el punto de que sus tentáculos llegaron hasta la presidencia de la Federación de Hoteleros de Mallorca, controlada y en parte financiada, vía subvenciones, por el Partido Popular, cuyo aparato no rechistaba ninguna decisión del líder.

El idilio con los hoteleros fue tal que al final de esa legislatura, en una reunión a manteles (Hotel Victoria), el presidente balear que sonaba como futurible del PP para la Moncloa, llegó a decirles que si se presentaba a las elecciones siguientes era por ellos, por su apoyo y por el trabajo que habían desemejado.

Jaume Matas perdió las elecciones por un exceso de confianza—no quiso echar mano de esos hoteleros que tanto les había ayudado en las zonas turísticas, superconvencido de la mayoría absoluta—, se fue a Washington para asimilar la derrota y luego regreso para hacer frente a la retahíla de denuncias y querellas.

Desde entonces, cuando afloraron las irregularidades, los vínculos con los hoteleros, con todos ellos pero especialmente con los grandes, se enfriaron y posteriormente desaparecieron de manera radical, hasta el punto de que nunca más han vuelto a mantener contacto alguno con ellos, solo con el mediano.

Ni siquiera la buena nueva de su no ingreso en la cárcel ha servido para que cambie la postura de alejamiento que durante años han mantenido respecto a un político que lo fue todo el la Isla y al que tenían un gran respeto en todo el sentido del término: ninguno de ellos lo ha llamado para darle la enhorabuena, ni un sms, nada.