La Asociación de Hoteleros de Playa de Palma (AHPP) se une al clamor del conjunto del sector contra la oleada turismofóbica que azota Baleares. Su presidente, Pedro Marín, ha cargado duramente contra los representantes del anterior gobierno insular, acusándoles de “cinismo político” por apoyar las protestas contra el turismo (Mallorca: la falta de vivienda, un “problema acuciante” por el efecto Airbnb).
“Es lamentable que quienes tuvieron responsabilidad política en la pasada legislatura cuando la masificación aumentó de forma evidente, ahora se muestren como defensores del cambio intentando capitalizar políticamente la manifestación”, critica (Sonrojo por la protesta antiturismo de la izquierda e independentistas).
Al igual que gran parte del sector, dirige el problema hacia el alquiler vacacional como principal culpable de la masificación. Apunta que, además de representar una competencia desleal para el sector hotelero, ha llevado a una significativa falta de viviendas en el mercado y a un aumento extraordinario de los precios, afectando a residentes y trabajadores.
“Tal como indica el significado de la palabra vivienda, estas deben ser para vivir, no para alojar turistas”, señala Marín. Además, lamenta que la falta de inspección y sanciones efectivas ha permitido la proliferación de una amplia oferta ilegal, especialmente en Palma, donde el alquiler vacacional en viviendas plurifamiliares está prohibido.
Es por ello que la asociación ha realizado un llamamiento a las autoridades para que “implementen medidas concretas y efectivas contra el alquiler vacacional ilegal, protegiendo así tanto el mercado de la vivienda como la calidad del turismo en Baleares”.
Si se prohibieran las viviendas vacacionales en Baleares de forma radical, se controlaran absolutamente los coches de alquiler y se cerraran los "park" y "garten" con capacidad para miles de borrachos, se acabaría prácticamente con la saturación y con el turismo salvaje. La situación volvería a ser la que siempre fue hasta hace 15 o 20 años. No es tan difícil, solo falta voluntad política. Pero no la hay, ni en La PP, ni en la Psoe ni, por supuesto en Vox.
Viviendas vacacionales las ha habido siempre en todas las zonas vacacionales (en unas mas que en otras) solo que, antes del efecto Airbnb, las transacciones no eran tan fáciles y la cosa se autoregulaba, mas o menos, a través de las inmobiliarias locales y alguna que otra extranjera.
El problema lo han multiplicado las administraciones, desde la local a la estatal, con una nefasta regulación. Primero cayendo de cuatro patas en la trampa de la "economía colaborativa" o dicho de otra manera, el gol en les coló Airbnb en el minuto uno de este partido, que no supieron ver que era el preludio de una goleada (a pesar de las muchas advertencias que hubo). Y después, con el café para todos de la concesión de licencias de viviendas vacacionales a discreción. Eso sin contar toooodas las ilegales.
Ahora, el problema ya es tan grande que es una cuestión de Estado.
Viviendas vacacionales las ha habido siempre en todas las zonas vacacionales (en unas mas que en otras) solo que, antes del efecto Airbnb, las transacciones no eran tan fáciles y la cosa se autoregulaba, mas o menos, a través de las inmobiliarias locales y alguna que otra extranjera.
El problema lo han multiplicado las administraciones, desde la local a la estatal, con una nefasta regulación. Primero cayendo de cuatro patas en la trampa de la "economía colaborativa" o dicho de otra manera, el gol en les coló Airbnb en el minuto uno de este partido, que no supieron ver que era el preludio de una goleada (a pesar de las muchas advertencias que hubo). Y después, con el café para todos de la concesión de licencias de viviendas vacacionales a discreción. Eso sin contar toooodas las ilegales.
Ahora, el problema ya es tan grande que es una cuestión de Estado.
Viviendas vacacionales las ha habido siempre, en todas las zonas vacacionales (en unas más que en otras) sólo que, antes del efecto Airbnb, las transacciones no eran tan fáciles y la cosa se autoregulaba, mal que bien, a través de las inmobiliarias locales y alguna que otra extranjera.
El problema lo han multiplicado las administraciones, desde la local a la estatal, con una nefasta regulación. Primero cayendo de cuatro patas en la trampa de la "economía colaborativa" o dicho de otra manera, el gol en les coló Airbnb en el minuto uno de este partido, que no supieron ver que era el preludio de una goleada (a pesar de las muchas advertencias que hubo). Y después, con el café para todos de la concesión de licencias de viviendas vacacionales a discreción. Esto sin contar toooodas las ilegales que sigue habiendo.
Ahora, el problema ya es tan grande y ha creado tantos intereses, que ya es una cuestión de Estado.
Cansino.
¡¡¡A por ellos!!!
El problema radica cuando los hoteles pasan hambre, si comen y mucho no pasa nada.
Menos mal que los hoteles no tienen nada que ver con la saturación... ni con el turismo de borrachera, ni con los excesos, ni con el agotamiento de recursos, ni con el consumo de agua, ni nada de eso. La culpa de todo es del vacacional, está muy claro.