Jorge Marichal ha llegado a la dirección de la patronal hotelera española en un proceso de renovación ordinario. Marichal llega con un mensaje muy oportuno: “Creo que somos un sector que no termina de creerse lo importante que somos, debemos tomar conciencia de la capacidad que tenemos, debemos trabajar para situarnos en el lugar que nos corresponde, no solo ante administraciones públicas, sino ante la sociedad, y que nos vean realmente como generadores de empleo y de desarrollo económico”.
Absolutamente, Marichal acierta. La patronal de uno de los sectores económicos que crean más empleo en el país; que tiene una influencia espectacular como inductor de la actividad económica en sectores paralelos como la construcción, el transporte, la restauración, el comercio, etcétera; que exporta su know-how a todo el mundo y que ha marcado un estilo de hacer las cosas; una patronal con este poder no puede actuar social y políticamente como la asociación de fontaneros o la de repartidores de butano. Marichal acierta: es fundamental que los hoteleros asuman su papel.
Y ese papel es importante para dos cosas: por un lado, garantizar la supervivencia y la solvencia del sector, defendiendo lo que colectivamente les afecta; por otro lado, es fundamental ser escuchado y atendido por los gestores de lo público, por los políticos, porque de ellos depende la competitividad del sector. A día de hoy, lo primero más o menos se lleva adelante; lo segundo es lamentable. Los hoteleros, definitivamente, no han sabido moverse, no han vendido su mensaje y no son respetados como sí ocurre con muchos otros sectores económicos del país.
Efectivamente, es hora de que primero ellos se crean su papel y que, después, se lo expliquen a España.
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