De esta angustiosa crisis mundial pocos serán los que saquen provecho del sector turístico a corto y medio plazo, de lo gravísima que es. Ni siquiera las mega y súper empresas del Turismo se verán beneficiadas, y mucho menos Booking y Tripadvisor. Este tsunami es tan peligroso, tan terrorífico, que lo vemos venir y no sabemos hasta dónde llegará su devastadora última ola. Los buitres no otearán piezas apetecibles entre las numerosas presas.
Decía hace poco el presidente de la patronal hotelera de España (y de Tenerife), Jorge Marichal, que si el Gobierno no actúa rápido y de forma acertada pronto vendrán los fondos nada escrupulosos a por la devastada hotelería. Siento disentir con el digno sucesor de Joan Molas: serán escasos los inversionistas buitres que se aprovecharán de la crisis porque el negocio turístico estará por los suelos durante una larga temporada, lamentablemente.
Y más abatida que estará la primera actividad económica del país si el Ejecutivo español y los Gobiernos de la Desunion Europea siguen demostrando como hasta ahora una gran falta de capacidad para combatir la extrema situación originada por el satanico virus. Con el cierre de fronteras en España y en parte de los mercados emisores, de aprobarse, es imposible que alguien se pueda interesar por patrimonios de la primera industria española.
Habrá oportunidades, de hecho ya las hay— estos días se negocian operaciones con algunos pequeños hoteleros de Mallorca—pero la mayoría de los escasos interesados se lo pensarán muy mucho antes de adquirir un establecimiento que por tiempo tendrá valor cero. Los que si saldrán fortalecidos serán las mega cadenas de Norteamérica: no tienen deuda porque solo aportan sus reconocidas marcas a los hoteles que manejan. No es nuestro caso.
Las grandes cadenas españolas llevarán la crisis con agobio pero sin respiración asistida porque afortunadamente están en general poco endeudadas y los bancos se están mostrando muy comprensivos con los pagos. Las que tengan más liquidez y la que estén más preparadas, con talento y liderazgo, podrán solventar el vía crucis con mayor rapidez. Con las medianas y las pequeñas pasará lo mismo en función de sus endeudamientos y capacidades.
La peor parte la afrontarán los hoteleros independientes, tanto urbanos como vacacionales: tienen menos músculo financiero y muchos están en manos de empresarios séniors. El fondo hotelero más poderoso, Blackstone, puede resistir sin angustia porque se le supone con recursos sobrados. Los que ya no quieren analizar siquiera gangas hoteleras son los halcones que, ávidos, oteaban muchas presas antes del confinamiento.
La historia de la grandeza y miseria del Turismo no ha hecho más que empezar.
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