Hoteles Melià está entrando en el futuro tecnológico. No lo decimos en España, sino que lo publica Skift, una de las principales publicaciones turísticas de Estados Unidos, que dedica un amplio reportaje a la tecnología puntera que la cadena de los Escarrer están introduciendo nada menos que en Magaluf, que no es conocida ciertamente por competir con Silicon Valley. La innovación es la introducción de una tecnología de pago transportable, a la que Melià también permite que participen empresas vecinas como Mango, Starbucks o una tienda en el Katmandú Park, de la cadena.
Desde junio pasado, cuando un turista entra en el hotel Sol Katmandú o en el Calvià Beach The Plaza, se le da una pulsera. En este mismo mes esas pulseras se entregarán a todos los clientes de los nueve hoteles Melià o Sol de Magaluf (Meliá sigue apostando por Magaluf y busca reinventar la zona).
La pulsera no es el papelito que conocemos. Es un instrumento tecnológicamente avanzado que incluso permite que su cercanía abra la puerta de la habitación. Y hacer pagos, que es lo más significativo. Todos los servicios Melià pueden ser pagados con la pulsera. Parece obvio, pero la pulsera es resistente al agua, cosa imprescindible en unas vacaciones de verano.
La pulsera se sincroniza vía Bluetooth con la app del hotel, de forma que los padres pueden ver en todo momento donde se encuentran sus hijos –o, al menos, las pulseras de sus hijos–. La familia, igualmente, puede limitar el gasto de cualquier pulsera.
En realidad, Melià no es la primera empresa que aplica esta tecnología, pero sí la tercera, tras Disney sólo en sus parques temáticos de Florida, y la naviera Carnival.
La responsable del proyecto, Sara Ranghi, indica a Skift que el coste es de “varios cientos de miles de euros”, pese a que apenas se aplica en un área muy reducida. Si las cosas salen como parece, los otros 370 hoteles de la cadena, en sus diversas marcas, empezarán a disponer de este tipo de equipos.
Esto de si las cosas salen como parece no es una simple afirmación. El proyecto de Carnival, por ejemplo, ha quedado a medio desarrollar porque la complejidad técnica es tal que sólo se ha desarrollado en un barco y se está viendo cómo se replantea.
El proyecto, que ha sido sostenido tecnológicamente por Oracle, permite que operadores externos, en este caso Starbucks o Mango, acepten las pulseras, usando una app gratuita de Oracle que tiene unos lectores que le permiten entender la información. El vendedor no tiene que hacer nada ni comprar ningún equipo adicional.
Hay un precedente español cuando en 2014, el hotel Ushuaia de Ibiza, de los Matutes, experimentó con una pulsera de este tipo permitiendo pagos a través de PayPal, pero su desarrollo al menos no se ha popularizado.
En todo caso, y aquí viene la parte incómoda, las compañías conocen a través de estas pulseras y de la información que recogen, los gustos y preferencias del cliente, de forma que pueden personalizar el marketing. En estos momentos es una personalización en diferido, pero tal vez un día en el bar al que vaya a pedir una copa, el camarero le diga “¿lo de siempre?”.
ufff demasiado control¡
Y si no quiero que me controlen tanto, que hago ?
¿donde queda la privacidad?